
La mayoría de los seres humanos, son como hojas que caen de los
árboles, que vuelan y revolotean por el aire, vacilan y por último se
precipitan en el suelo. Otros, por el contrario, casi son como
estrellas; siguen su camino fijo, ningún viento los alcanza, pues llevan
en su interior su ley y su meta.
Es fácil ver las faltas de los demás, pero ¡qué difícil es ver las
nuestras propias! Exhibimos las faltas de los demás como el viento
esparce la paja, mientras ocultamos las nuestras como el jugador
tramposo esconde sus dados.
El hombre que tiene miedo, busca refugio en los montes, en los
bosques sagrados o en los templos. Sin embargo tales refugios no sirven,
pues allí donde vaya, sus pasiones y sus sufrimientos lo acompañarán.
La falsa imaginación te enseña que cosas tales como la luz y
la sombra, el largo y el alto, lo blanco y lo negro son diferentes y
tienen que ser discriminadas; pero ellas no son independientes una de la
otra; ellas son aspectos diferentes de la misma cosa, ellos son
conceptos de relación, no la realidad.
El mundo exterior es únicamente una manifestación de la mente en si
misma. la mente lo capta como un mundo exterior simplemente por su
costumbre de seleccionar y de razonar falsamente. El discípulo debe
hacerse el habito de observar la verdadera esencia de las cosas.
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