El tiempo: la gran constante y la gran variable. Los relojes no crean el tiempo, sólo miden espacios de tiempo. La sincronía y la convención nos hacen tener conceptos como horas y minutos para organizar fragmentos de existencia. Pero los relojeros expertos como Andrew Ludlow, físico del Instituto Nacional de Estándares y Tecnología no están conformes, y buscan organizar con mucha mayor precisión esos “fragmentos de experiencia.”
Ludlow explica que mecanismos como los péndulos en los antiguos relojes se basaban en la estabilidad del péndulo. ¿Pero qué pasa si algo perturba esa estabilidad, digamos, un niño que juega con el péndulo? El tiempo seguirá su marcha, es obvio, pero el reloj no podrá medir el tiempo con precisión. Buscando mecanismos más precisos, los cuales no puedan ser intervenidos o perturbados con tal facilidad, Ludlow y sus colegas crearon el reloj atómico más preciso del mundo.
Los péndulos en los que se basa son las vibraciones internas de los átomos: dentro de cada uno hay cientos de millones de “ticks” vibrando a velocidades inimaginables cada segundo; la medida de esas vibraciones es mucho más constante y precisa que un péndulo de cobre, por más elegante que sea este. Los niños no pueden jugar con los átomos, pues Ludlow y su equipo los han congelado en un rayo láser para medir con toda precisión sus “ticks” vibratorios.
Las aplicaciones de un reloj de esta precisión marcarán la pauta para el desarrollo de una nueva generación de telecomunicaciones satelitales; pero algunos físicos están interesados también en otra aplicación. Probar la teoría de la relatividad de Albert Einstein.
Para Einstein, ciertas propiedades físicas como la fuerza de interacción entre fotones y electrones es una constante, al igual que la masa de electrones y protones. Sin embargo, algunos creen que esas constantes “fundamentales” de hecho podrían sufrir pequeñas fluctuaciones. Fluctuaciones que podrían afectar el funcionamiento de instrumentos de medición tan sensibles como el reloj atómico, y ser captados por este, desmintiendo así a Einstein.
Al hablar de relojes, Einstein predijo que diferentes campos gravitacionales podrían hacer que los relojes se comportaran diferente. En lugares tan altos como el monte Everest la gravedad es ligeramente más débil que en lugares a nivel del mar. Teóricamente, el segundero de un reloj en los Himalayas debería moverse más rápido, al menos tan rápido como para acumular un segundo cada 200 mil años.
Aunque la variación no parezca relevante, el reloj de Ludlow puede registrar el cambio de gravedad incluso a partir de una pulgada de elevación. Una sensibilidad así permitirá a los científicos probar las teorías de Einstein con instrumentos de increíble precisión.
[NPR]
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