Ayahuasca, medicina interdimensional, abre el tercer ojo de la mente colectiva
Autor: Aleph de Pourtales
Un tribunal chileno determinó que la ayahuasca es benéfica para la salud y por lo tanto su uso no debe ser penalizado; un acto de conciencia colectiva que parece avanzar el renacimiento de la medicina psicodélica e introduicrnos un poco más al misterio de una planta que continúa la tradición de la bebida de los dioses, el soma.
Hace unos días un tribunal en Chile determinó que la ayahuasca no es una sustancia perjudicial para la salud. Al contrario, este compuesto puede ser altamente benéfico para el bienestar del ser humano. Un misterio se revela en esta planta medicinal que, como una liana metafísica, une al cielo con la tierra, al alma con el cuerpo y a la mente consciente con el inconsciente.
Realizar una ceremonia con ayahuasca le pudo haber costado a una pareja 7 años de prisión. Por suerte César Ahumada Lira, de 42 años, y a su pareja, Danae Dimitra Saenz, de 41, fueron absueltos por el IV Tribunal de Juicio Oral en lo Penal de Santiago, en Chile.
“El tribunal adquirió la convicción de que lejos de constituir un peligro para la salud pública, la conducta desarrollada por los imputados ha reportado importantes beneficios para múltiples personas, varias de las cuales relataron en estrados sus experiencias”, señala el documento jurídico dado a conocer a la agencia EFE.
El caso marca un importante antecedente en el uso de esta poderosa medicina psicodélica, que por milenios ha sido parte de la cosmogonía de los índigenas del Amazonas y que en la actualidad parece ser una de las alternativas más interesantes para acabar con adicciones a drogas duras, depresiones crónicas e incluso para curar el cáncer.
La ayahuasca o “viña del espíritu” es el resultado de la cocción de dos plantas, comúnmente la liana Banisteriopsis caapi (la cual actúa como inhibidor de una enzima y se conoce popularmente con el mismo nombre de ayahuasca) y una planta que contiene DMT (generalmente se usa la planta conocida como chacruna psychotria viridis).
Los jueces señalaron que la legislación chilena no prohíbe el cultivo de estas dos plantas y que tampoco la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes fiscaliza los brebajes obtenidos de ellas. Lo que está prohibido es el consumo de DMT (dimetiltriptamina), al menos en su forma sintética (DMT, que se encuentra de manera natural en el cerebro humano).
En los últimos año el consumo de ayahuasca ha aumentado de manera exponencial en todo el mundo, hasta el punto de que incluso el personaje de Jennifer Aniston consume este brebaje sagrado en una reciente comedia romántica hollywoodense.
En internet se pueden conseguir algunas de las numerosas plantas con las cuales se puede preparar la ayahuasca de manera legal, esto también ha contribuido a su popularidad. Sin embargo, las personas que viven en o se han acercado a la milenaria tradición de la medicina ayahuasquera (icareros, chamanes y curanderos) advierten que la preparación de la ayahuasca sin el debido protocolo y su consumo sin un contexto sagrado puede ser peligroso –o al menos carecer de la potencia cuasi-divina que el brebaje logra comunicar (una relación de intercambio de información que tiene su propio campo morfogenético). Asimismo, algunos de los indígenas para quienes la ayahuasca es parte consustancial de su visión del mundo –”el internet de los índigenas”, “la TV de la jungla , ha sido llamada localmente) se ven forzados a tener que recorrer grandes distancias para cortar las plantas sagradas, las cuales antes estaban a la mano, pero que ahora su comercialización hace difíciles de alcanzar.
El hallazgo de la combinación de estas dos plantas –sin la liana el DMT no es activo oralmente– está envuelto en una aura mítica, en la cual incluso se habla de que fue el jaguar el que enseñó al chamán este divino combo.
Más allá de las diferentes historias sobre el origen del brebaje, llama la atención la claridad medicinal de los indígenas del Amazonas para descubrir la interacción de estas dos plantas sin conocimientos científicos, algo que bajo una dinámica de prueba y error podría tardar decenas de miles de años.
Quizás no se equivoqa el Dr. Jeremy Narby, quien en su libro de investigación The Cosmic Serpent, presenta la teoría de que los chamanes del Amazonas son capaces de comunicarse con las plantas a nivel molecular y obtener información que de otra forma sería casi imposible de obtener.
Tal vez es el mismo ADN, las serpientes informáticas de nuestra propia esencia, el que reveló la medicina de la ayahuasca. Por otro lado el ser humano es capaz de secretar por sí sólo la sustancia activa de la ayahuasca (una especie de puerta fractal de la muerte): quizás nuestro DMT en algún momento empujo para activar su espejo en la naturaleza.
La razón fundamental de la popularización de la ayahuasca es ineliduble para quien ha podido presenciar sus efectos y ha podido dar seguimiento a los resultados terapéutico: estas plantas, en la divina alquimia nativa, significan una de las medicinas más poderosas que ha encontrado el hombre, una medicina integral, psicodélica en el sentido que tiene esta palabra de sacar a la luz la mente. Esto es lo que los guías ceremoniales llaman “el trabajo”; la ayahuasca al revelar el contenido del inconsciente y dotar al celebrante de una inusitada claridad y energía, también lo enfrenta a un desafío: aquello que Carl Jung llamaba “la sombra”, el reverso de nuestra mente del cual huimos por no encontrarlo placentero y en conformidad con lo que pensamos “debemos ser”. Ver lo que popularmente se conoce como “nuestros propios demonios” con la lucidez y la capacidad energética que brinda la ayahuasca puede ser una bendición, precisamente porque en esa instancia podemos aceptarlos o incluso operar sobre ellos desde la más amplia profundidad (reprogramando nuestros circuitos neurales). Y en algunos casos, a través de ese “trabajo” transparente con los procesos mentales atávicos es posible precipitar una sanación integral, ya que muchas de las enfermedades que padecemos son somatizaciones de una cauda, un karma o una carga mental.
“El hombre es un portal al que uno entra desde el mundo exterior de los dioses, demonios y almas hacia el mundo interior, de lo grande a lo pequeño. Pequeño e insignificante es el hombre; uno lo deja atrás pronto, y entra entonces otra vez al espacio infinito, del microcosmos, a la vasta eternidad interior”, escribió Carl Jung en su texto Siete Sermones a los Muertos. Yo conjeturó que la ayahuasca entreabre, al menos, este portal entre el hombre y la dimensión espiritual de los dioses y los arquetipos. Un psicoducto entre la estructura primordial de la realidad –la región que David Bohm llamó la Totalidad Implicada–
y el mundo que experimentamos con los sentidos ordinariamente. Vemos ahí, en los diamantes abiertos de la dimetiltriptamina, las ideas, la geometría, el lenguaje del cual el mundo es una re-presentación.
Como si pudieramos ver una mesa y en vez de ver la madera, vieramos la órbitas atómicas girando y ahí mismo una serie de símbolos flotando (cual código informático), los cuales le dotan su existencia. La impresión que surge es que la mente es un constituyente mucho más básico que la materia.
En Ka, Roberto Calasso, explica este identidad entre el mundo y la mente, tal vez aquello que hoy llamamos tiempo-espacio no sea más que la manifestación local de la mente no-local:
“Sólo el Sí (atman) era esto (idam, el mundo) en el origen. No había otra cosa que parpadeara”. No sabemos bien, no hay forma de saberlo, qué es el atman, que cosa es el Sí, pero al menos, tenemos aquí un indicio. Parpadea sólo lo que tiene consciencia, sólo lo que alberga una mente.
Por eso “esto”, es decir el mundo, fue la mente antes de ser llamado “el mundo”.
pijamasurf
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