Bochornosa fiesta del rey del "reino del Sida" Suazilandia tiene uno de los monarcas más ricos del mundo, mientras su pueblo se debate entre la enfermedad y la miseria.
El rey Mswati-foto AFP |
Empobrecidos y golpeados por la crisis económica y el incontenible virus del Sida, los habitantes del pequeño reino de Suazilandia (en el Sur de África) se despertaron esta semana con la noticia de que el rey de su país, Mswati III, considerado uno de los monarcas más ricos del mundo, les exige que donen vacas para las celebraciones de su cumpleaños, el próximo 19 de abril.
Así de bochornosas son las noticias que provienen de este país casi desconocido, donde dos tercios de la población (de un total de 1,4 millones de habitantes) viven con menos de 1 dólar al día.
El país vive en Estado de Emergencia desde hace 40 años, cuando el anterior rey suspendió la constitución y empezó a reinar por decreto, prohibiendo partidos políticos y sindicatos con el pretexto de que eran algo extraño a la forma de vida tradicional del pueblo suazi.
Suazilandia es uno de los países más subdesarrollados de África: la esperanza de vida es de 32 años y la tasa de desempleo ronda el % 50.
Por si ello fuera poco, cerca de 240.000 suazis tienen Sida, y solamente 65.000 de ellos obtienen medicamentos gratis. Algunos son tan pobres que tienen que comer estiércol de vaca antes de sus medicamentos anti-retrovirales, para no tomarlos con el estómago vacío.
El principal líder opositor exige un cambio en la política del rey y la suspensión de sus fiestas de cumpleaños: “Mientras el rey, y sus cortesanos se sientan a comer y beber, los huérfanos, los ancianos, los discapacitados y la mayoría de los jóvenes desempleados se quedarán sin comida.
El 75% de las personas vive gracias al Programa Mundial de Alimentos, pero su tierra es fértil y sería suficiente para alimentarlos si tuvieran un gobierno con una buena política agrícola y que ponga primero los intereses de nuestro pueblo”.
Al margen, la fortuna del rey no deja de crecer: US$ 200 millones, según la revista «Forbes», que utiliza para mantener el elevadísimo nivel de vida de sus 12 esposas y su treintena de hijos. Una de las esposas confesó que el rey tiene tantos hijos que no sabe los nombres y fechas de nacimientos de todos. Pero todos tienen un palacio y un BMW. En las escuelas los niños aprenden canciones de alabanza al rey y cantan el himno nacional, que le da las “gracias y alabanzas” por su Gobierno.
Quienes critican al rey suelen ser hostigados, golpeados y detenidos.
En los próximos días se pondrá en vigor una ley que castigará severamente a quienes critiquen al rey Mswati en medios de comunicación y en redes sociales.
El ministro de justicia anunció al Senado: “Vamos a ser duros con los que escriben cosas malas sobre el rey en Twitter y Facebook”.
Aunque el uso de Internet es casi nulo, quienes consiguen atravesar las fronteras del reino en busca de mejores destinos se unen a la “resistencia” a través de las redes sociales.
Pius Vilakati, portavoz de la Red de Solidaridad con Suazilandia condenó la represión planificada: “El gobierno está desesperado. Son capaces de cualquier cosa para evitar que hablen de ellos”, dijo. “Dicen que hay libertad de expresión. Pero si a la gente no se les permite criticar a sus dirigentes, no hay libertad de expresión”.
El poder del caprichoso Mswati III es cada vez más frágil. Zwelethu Jele, uno de los sindicalistas que protestan contra las interferencias del rey en los procesos judiciales, asegura que el papel del rey está comenzando a desintegrarse: “El suazi medio tiene un gran respeto por la monarquía. Pero una vez que se comienza a desatender a su gente, esto cambia. Creo que esto se está empezando a romper, y que se acabará rompiendo muy pronto”.
El gabinete de Mswati III afronta desde principios de 2011 un goteo continuo de protestas debidas a la situación económica y la falta de libertades. Hace un año, por ejemplo, 10.000 súbditos salieron a la calle para pedir reformas democráticas, en una protesta que también estuvo comandada por los sindicatos.
Por aquellos días, el rey tuvo que suspender los lujosos festejos por sus 25 años de reinado, en los que pensaba gastarse 1,2 millones de euros. “El rey está preocupado por la economía del país y ha decidido suspender las fiestas”, anunciaba el periódico «The Observer», absolutamente controlado por el Gobierno, en una bochornosa operación de lavado de imagen.
En realidad, la crisis de 2008 y la corrupción llevaron Suazilandia al borde de la bancarrota, sin dinero para pagar los sueldos de sus funcionarios, sus créditos o la electricidad que consume. Sudáfrica y el FMI se negaron a ayudar: “Ofrecer un rescate financiero a Suazilandia es como dar dinero a un borracho maltratador de mujeres”.
Con el orgullo herido, y el país en pedazos, el rey caprichoso espera gastar en su fiesta el mismo dinero que serviría para construir un hospital en una región que no tiene hospitales, y que sus súbditos contribuyan con una vaca por cada familia para celebrar su cumpleaños. (*)
Especial para Perfil.com (*)
Por
Darío Silva D'Andrea (*) | 07.04.2012 | 07:29
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