No dejen de leer este articulo,nos va a ayudar a todos a traves de la comprension y la solidaridad..Alena
Historias reales en un documental realizado entre 1999 y 2011 Vivieron ese tiempo en vagones y veredas. Dos lograron salir adelante, uno está preso y otro nunca más fue visto.
Primera toma, alguno de los protagonistas de la historia en un juego de calle, un dia cualquiera de 1999.
Mariana Iglesias
Son equilibristas en las vías del tren. Lanzadores de piedritas.
Trepadores de caños y rejas. Caminantes de techos y paredes. Aventureros
de la intemperie. Son Andrés, de 12 años, Rubén, de 13, Gachi, de 14, e
Ismael, de 17. Su mundo es la calle y su refugio, la Estación de Once.
Terminan los ‘90, la década de la exclusión. Todavía se ríen. Son chicos
que juegan, comparten una leche Cindor y todo lo que encuentran
por ahí. Doce años después, las cosas serán diferentes, o no tanto.
Ellos crecieron. En poco más de una hora, sus vertiginosas vidas
provocan una profunda desazón en “Años de Calle”. El documental ganó
montones de premios. Ahora sus creadores quieren llegar al cine y editar
discos para distribuirlos por todos lados. Buscan financiamiento
colectivo.
Estos son los primeros registros de una película que
no sabía que existía. Doce años después, mirando el material, me
descubro en este reflejo, y a mi lado, Laureano. Juntos trabajamos en un
hogar para chicos de la calle. Yo les enseñaba fotografía y fueron esas
imágenes las que me llevaron a buscar qué encontraba yo con mi propia
cámara . La voz en off es de Alejandra Grinschpun, fotógrafa y
directora del film. Laureano Gutiérrez era su compañero en el Caina
(Centro de Atención Integral a la Niñez y Adolescencia), donde fue
docente y director.
1999. Andrés muestra sus cosas: una bolsita, su colchón y un peluche
de colores al que le da un beso. Es de Boca, y vive en el segundo piso
de la estación. Rubén dice que lleva mucho tiempo sin estar en su casa,
que tiene cinco hermanas, que la espía a su mamá cuando va a atenderse
al hospital de General Rodríguez porque tiene cáncer en los pulmones.
Ismael duerme en un vagón, y aprovecha la tele y la heladera de un
galpón. En una retahila dice los nombres de todos sus amigos presos. Lo
que más le gusta es sacar fotos. Gachi se esconde tras un gorrito y su
ropa de varón. Son muchas las cosas que le dan miedo, pero le gusta
bailar, y la música. “Sin música todo es aburrido para mí”. Tiene novio.
Aquel verano se terminó, y las clases de foto también. ¿Cómo serán sus futuros?
se pregunta Alejandra.
Cinco años después, los buscan, los encuentran. Siguen las tomas.
2004.
Gachi está en el hospital. La remera levantada, la panza gorda y una
ecografía que le muestra un corazón que late. Es nena y le va a poner
Kiara Belén. Es su cuarto bebé. A dos se los sacó un juez. Dice que a
este no se lo van a sacar. “No quiero que estén en un hogar. Yo me crié
en uno y es cero eso”.
Rubén está preso. La familia no lo visita
porque no tiene para el boleto. Alejandra y Laureano ofrecen llevarlos.
No entran todos. Van la mamá y tres hermanitas. Los abrazos en el penal
son infinitos. El tiene frío, hambre, se quiere ir. “Papá dice que tenés
que cambiar. ¿Ya cambiaste Rubén?”, pregunta una hermanita. “Portate
bien, no quiero que sufras”, dice la mamá.
Andrés estuvo preso
cuatro años y va a salir. No se anima a volver solo. Alejandra y
Laureano lo acompañan en el 60. Lleva alfajores para toda la familia. Se
alegran de verlo, pero la casa es muy chica. Esa noche Andrés vuelve a
la estación.
2010. Ismael estudió, trabajó, hizo teatro. Formó una familia. Ayuda a
otros chicos en un comedor comunitario. Les enseña fotografía. Quiere
filmar un documental. Andrés estuvo 99 días en la calle, y está preso
una vez más. Lo visitan y le preguntan ¿Por qué? “La situación en mi
casa... me ví obligado a delinquir otra vez. Si llovía se inundaba. Mi
hermanita estaba muy abandonada”. Su familia no pudo visitarlo, jamás.
Gachi cose trajes de murgueros para sus dos hijos. A los otros tres no
los volvió a ver. Habla, pero no deja de jugar con un globo. Rubén no
está. Su mamá ya no sabe dónde buscarlo, llamó a todos lados. Lo último
que le dijeron es que en 2007 estuvo detenido en la Comisaría 12. “Soñé
con él, lo veía en el tren, le levantaba la remera para ver si tenía la
quemadura, sino no sé si es él”.
“Tratamos de reflejar que nadie
es producto de un hecho aislado sino que todos somos resultado de algo
-dice Laureano-. Pensamos la película como una herramienta, como punto
de partida para discutir cosas”. “No intentamos poner a los chicos en
lugar de santos. Mostramos lo real, lo auténtico, sin juzgar. Ojalá
genere mayor comprensión, y mueva a ponerse en el lugar del otro”,
apunta Alejandra.
Ahora necesitan apoyo.
El link donde está colgado el proyecto es: http://idea.me/proyectos/7882.
publico:diarioclarin/sociedad
No hay comentarios:
Publicar un comentario