domingo, 28 de abril de 2013


anna kingsford, la activista pro animales que quiso matar telepáticamente a pasteur


Extrañas coincidencias o poderes paranormales, la historia de la doctora Anne Kingsford –luchadora por los derechos animales y teósofa, contemporánea de Madame Blavatsky– es digna de conocerse.

Segunda mitad del siglo XIX en Inglaterra: Annie Bonus, la joven hija de un rico comerciante crece en medio de extrañas condescendencias. Su padre le permite seguir una precoz vida intelectual, lo que la llevará a ser una autora de ensayos teológicos, poemas y novelas, además de consumada lectora durante toda su vida. Llamamos “extraño” a esto porque no todas las señoritas de clase alta en la era victoriana podían seguir sus inclinaciones artísticas con tanta libertad; pero también a que, aunado al carácter de Annie, en su mente se desarrollaba una peligrosa fantasía que con los años se convirtió en leyenda
La frenología y el espiritismo estuvieron muy cerca del desarrollo científico durante el siglo XIX. Annie estuvo en contacto desde muy pequeña con este Zeitgeist, pero no fue sino en la madurez que comenzó a tomarse en serio el ocultismo. Para evitar pretendientes indeseados se casó en matrimonio arreglado con un clérigo anglicano, Algernon Kingsford. El trato fue que cada uno seguiría con su vida independientemente, con lo que Annie (ahora convertida en la señora Anna Kingsford) podría partir hacia París para estudiar medicina y seguir con sus particulares investigaciones paranormales.
Las ideas radicales de Anne no fueron bien recibidas en la Escuela de Medicina: su promoción del vegetarianismo y su férrea desaprobación de la vivisección animal le granjearon no pocos enemigos, al igual que la inherente contradicción en estudiar una carrera científica mientras desarrollaba ensayos sobre espiritismo y teosofía. Kingsford afirmaba además tener visiones y comunicarse con genios y espíritus. Pero la escuela de medicina no sería tanto un reto académico (como ella esperaba demostrar) como uno que pondría en juego su estabilidad mental.
La vivisección de animales vivos y sin anestesia era una práctica común en la Escuela de Medicina, la cual Anne consideraba simple y llanamente una forma brutal de asesinato a sangre fría. Anna retaba a sus profesores a disecarla a ella en lugar de a los animales. A respecto de los incesantes gritos de las atormentadas criaturas que llenaban las bóvedas de la escuela, Anne escribió: “He hallado mi Infierno aquí en la Faculté de Médecine, un Infierno más real y terrible que cualquiera que pueda encontrar en otra parte, y uno que realiza todos los sueños de los monjes medievales.”
Tratar de estudiar en medio de atronadores gritos era una pesadilla cotidiana para Anne, hasta que en diciembre de 1877 llegó a su límite. Durante una clase del doctor Claude Bernard sobre cómo este había cocinado lentamente animales vivos para estudiar el calor corporal, Anna saltó de su asiento y gritó “¡Asesino!”, tras lo cual siguió un breve intercambio verbal con su profesor, nada cortés, y su posterior salida del aula
Anne creía que Bernard era simplemente un torturador, y que los animales tienen un alma tan valiosa como la humana. En su mente la justicia y la venganza comenzaron a confundirse. Con toda su voluntad deseó la muerte del doctor, y luego se desmayó. Poco tiempo después del episodio el doctor Bernard cayó enfermo y murió sin diagnóstico seis semanas después.
Al enterarse de la muerte de Bernard, Anna comenzó a verse a sí misma como una especie de ángel exterminador –una enviada para hacer el trabajo de Dios en la Tierra a través de su propia voluntad. Ese año escribió: “Calamidad a los torturadores… Haré peligroso –no– mortal, el ser un vivisector. Es el único argumento que puede tocarlos. Mientras tanto, gracias a Dios que la cabeza de la banda ha caído.”
Luego de graduarse segunda en su clase en 1880 (siendo la única estudiante en graduarse sin experimentar en animales), en 1886 volvió sus esfuerzos energéticos contra el doctor Paul Bert; todos sabían quién era Bert si vivían cerca de su laboratorio, pues solía dejar animales semidisecados pero vivos sufriendo espantosos dolores durante la noche. Los gritos mantenían insomnes a los vecinos. La entonces doctora Kingsford aplicó su voluntad hacia Bert, quien murió en noviembre del mismo año. 
Objetivo final
Anne estaba feliz con su nueva arma: “He matado a Paul Bert tal como maté a Claude Bernard, y tal como mataré a Louis Pasteur, y luego de él a toda la tribu de vivisectores… es un poder magnífico el que tengo, y uno que trasciende todos los métodos vulgares de lidiar con la justicia para los tiranos.” Su nuevo objetivo estaba fijado: el doctor Louis Pasteur.
Por desgracia para Kingsford, una regla de la magia es que todo lo que haces a otros se revierte hacia ti; fue así como el fin no justificó los medios, y vio poco a poco sus nervios más y más fuera de control. Mientras investigaba el laboratorio de Pasteur en París quedó atrapada en una súbita tormenta, lo que la dejó empapada. Poco después desarrolló neumonia, la cual se convirtió en tuberculosis, matándola el 22 de febrero de 1888. Su amigo, Sir Richard Burton, escribió que pasó sus últimos meses “sufriendo en mente y alma [recordando] las imágenes y sonidos conectados con la vivisección parisina.”
Durante el tiempo en que se cree que Kingsford ejercía sus poderes mentales contra Pasteur, este cayó gravemente enfermo en febrero de 1887, recobrándose completamente poco después, trabajando, como todos sabemos, hasta 1895. ¿Ciencia paranormal, sugestión, extrañas coincidencias o ira divina? Sea cual sea la elección la historia de Anne Kingsford, la asesina psíquica, no deja de enseñarnos que aún las causas más nobles perseguidas con las herramientas del odio eventualmente dañan la conciencia.
autor:pijamasurf


1 comentario:

  1. Gracias por darnos a conocer esta biografia, no la conocia y me ha gustado mucho. Un abrazo

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