El símbolo aparece en playeras, tazas y por todo internet: pero los orígenes del “Ojo que todo lo ve“ van mucho más atrás en el tiempo que el billete de un dólar, y ha formado parte de la iconografía de todas las religiones
El “Ojo que todo lo ve” ha impregnado
desde hace muchos años la cultura popular como un símbolo que remite
inevitablemente a los Illuminati, la supuesta secta secreta que controla
las vidas y destinos de los seres humanos a través de sus conexiones
políticas, económicas y culturales.
Pero la historia de este signo se remonta mucho más atrás en el tiempo. El investigador David Percival
ha trazado una minuciosa historia de los orígenes de este símbolo, el
cual, como muchos otros (la cruz, sin ir más lejos) ha sufrido cambios
históricos importantes en cuanto a su sentido iniciático original
–significados que muchas veces invierten las doctrinas de quienes le
otorgaron poder.
Y es que, aunque no seamos creyentes de
las numerosas religiones y disciplinas esotéricas que componen la vida
espiritual de nuestro planeta, lo cierto es que la fe otorga relevancia a
ciertos símbolos por encima de otros. El “Ojo que todo lo ve”, sin ir
más lejos, es hoy una especie de recordatorio del poder de la élite
financiera a través de su impresión masiva en los billetes de un dólar;
pero su primera aparición se remonta a mucho tiempo antes de la
existencia de los billetes verdes.
Hinduismo
El Rigveda (uno de los más
antiguos textos de la humanidad, que data del año 3000 a. n. e.) hace
referencia al Sol y otras deidades “oculares” a través de la mirada.
Shiva tiene tres ojos, el tercero en
mitad de la frente, en referencia a un conocimiento ilimitado, que
destruiría todo lo que viera cuando se abra.
Sin embargo, el ojo de Shiva también está ligado a la sabiduría divina, que arrasa con el mal y la ignorancia Budismo
Para el budismo, Buda es “el Ojo del
Mundo”, y la iconografía de los textos y templos de Nepal suele
presentar el símbolo de un ser que mira hacia el frente con un ojo de
oro en el centro de la frente (otra referencia al tercer ojo).
Las estatuas de Buda en toda Asia también lo muestran con esta tercera mirada iluminada, símbolo del despertar final.
Egipto Antiguo
Egipto tiene el Ojo de Horus (también
conocido como el Ojo de Ra), el cual también está ligado a las deidades
solares. Se decía que el ojo izquierdo de Horus es la Luna y el derecho
es el Sol.
Según una interpretación más moderna, el
Ojo de Horus sería una especie de mapa de la corteza cerebral, con el
tálamo y las glándulas pineal y pituitaria representadas por las
aristas, cejas y pestañas del ojo.
Medio Oriente
En el judaísmo y otras religiones de
Medio Oriente, el Ojo que todo lo ve aparece en la forma de un símbolo
llamado Hamsa, Khamsa o Hamesh. Se trata de un ojo en la palma de una
mano, que suele colocarse en casas o llevarse como amuleto de protección
contra el “mal de ojo” (enfermedades provocadas por la envidia del ojo
de los enemigos.)
Sus orígenes se remontan a Mesopotamia,
donde la mano de Ishtar era un poderoso signo de protección divina.
También se le conoce como “la mano de Fátima” en el Islam. En Grecia y
Turquía existe un símbolo similar, el Nazar, usualmente sin la mano: se
trata de círculos concéntricos azules y blancos de vidrio que dan la
apariencia de un ojo.
Para el cristianismo, el Ojo que todo lo
ve es “el Ojo de la Providencia”, y apareció en el siglo XVI. El ojo se
encuentra dentro de un triángulo, representando la ubicuidad de la
Santísima Trinidad, así como la omnipresencia divina y su vigilancia
constante sobre su creación.
Representaciones del Ojo de la
Providencia como la de la Iglesia de San Juan Bautista en Alsacia,
Francia (1763) parecen estar relacionadas con la fundación de los
Illuminati bávaros en 1776; la influencia masónica y su gusto por la
geometría sagrada podría aportar otra relación interesante.
Cultura popular y teorías de conspiración
El Ojo que todo lo ve ha sido
interpretado en tiempos recientes como un eufemismo para referirse a la
vigilancia global, promovida especialmente por el gobierno de Estados
Unidos a través de la CIA, y más recientemente por el proyecto PRISM.
El símbolo aparece sugerido en la portada de uno de los más recientes álbumes del músico y virtuoso John Zorn, Psychomagic.
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