miércoles, 9 de noviembre de 2011

El cáncer de mama en el Antiguo Egipto

Texto de José Antonio Garrido

El papiro de Edwin Smith

La adquisición de un papiro a un comerciante de la ciudad llevó al prestigioso egiptólogo Edwin Smith a comprender en este papiro de más de cuatro metros y medio de longitud era un tratado de medicina, pero su sorpresa fue mayúscula cuando comprobó que lo que tenía entre las manos se estaba convirtiendo en el documento médico más antiguo del que se tenía conocimiento en el mundo, con casi cinco mil años de antigüedad.

Efectivamente el papiro de Edwin Smith demostraba que los egipcios tenían un conocimiento bastante exacto de órganos humanos tales como el corazón, el hígado, el bazo, los riñones y los uréteres, y la vesícula, además de tratar con mucha más racionalidad de la que se les suponía ciertos procedimientos quirúrgicos. Y es que este papiro está formado por un número determinado de casos, que la mayoría de las veces eran lesiones traumáticas que fueron tratadas con cirugía.

La primera descripción de un cáncer

Pero hay un hecho que resulta más sorprendente aún y es que en el papiro aparece la primera descripción escrita de un cáncer. En éste se describen ocho casos de cáncer de mama, que son tratados con cauterización, aunque el escrito dice de la enfermedad que “no tenía tratamiento”.

Desde entonces, el conocimiento sobre el cáncer ha crecido muchísimo tanto en la detección como en el tratamiento, aunque la enfermedad sigue siendo una de las principales causas de mortalidad en occidente. Según la Sociedad Americana del Cáncer, éste provoca en torno al 13 % de todas las muertes, lo que supone un número próximo a los ocho millones de fallecimientos en el mundo cada año. De todos ellos, más del 90 % están provocados por un proceso denominado metástasis.

En Diciembre de 2008, un grupo de investigadores británicos publicaba que la expresión de una proteína denominada Fosfolipasa C?1, que está relacionada con la activación de ciertos tipos de lifoncitos -linfocitos Th-, jugaba un papel determinante en procesos de metástasis. El avance de la ciencia en este sentido debe despertar en nosotros moderada ilusión.

Es probable que en un futuro a medio plazo se conozcan todos los genes implicados en el cáncer y usar este conocimiento para su tratamiento, pero ese día queda aún en el horizonte.


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