Las almas de los muertos, en la Antigua Roma
Desde su origen, el ser humano siempre ha creído en la existencia de fantasmas, en base al miedo que tenía sobre la posibilidad de que los muertos retornasen a la Tierra con el fin de atormentar a los vivos
Las antiguas civilizaciones como los babilonios, egipcios, asirios, etc., realizaban complejas ceremonias destinadas a asegurar el descanso eterno de las almas de los difuntos con el fin de aplacar a los espíritus, que podían presentarse adoptando, no sólo apariencia humana, sino como demonios, animales e incluso plantas.
Los antiguos griegos y romanos creyeron que las almas inquietas de los muertos, vagaban por el mundo, perseguían a los malos y aterrorizaban a las personas de buen corazón, presentándose de diversas maneras: sombras oscuras, extrañas manchas negras o incluso presencias prácticamente invisibles.
En Roma, las gentes se acostumbraron a la presencia de fantasmas e incluso, celebraban fiestas a lo largo del año para, no sólo aplacar a los espíritus, sino para tratar de mantener buenas relaciones con ellos.
Quizás, la más antigua conocida sea las Lemuralia o Lemuria, celebradas en la antigua Roma, cuya correspondencia actual la vinculamos al Día de Todos los Santos.
Esta fiesta romana se celebraba en mayo e incluía ritos para exortizar los espíritus de los difuntos e impedir que contaminaran las casas de los vivos con su energía negativa. Se tenía la costumbre de que el pater familias de la casa, se levantara a medianoche y por el pasillo, dejara un rastro de judías pintas (legumbres ricas en hierro)tras de sí, para asegurarse de que los espíritus recogieran la ofrenda, al mismo tiempo que, hacía sonar un pesado címbalo de bronce para ahuyentarlos hasta el año siguiente.
Artículo Javier Ramos. Introducción Marcos Uyá/Mas alla de las fronteras
arquehistoria
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