miércoles, 27 de marzo de 2013

LAS MOMIAS DE SICILIA HABLAN 




Dispuestos en criptas e iglesias, los muertos disecados de Sicilia llevan mucho tiempo guardando silencio.
Ahora, siglos más tarde, estos espeluznantes cadáveres tienen mucho que decir.
Seis colecciones del proyecto de las momias de Sicilia proporcionan a los científicos un nuevo enfoque sobre la vida y la muerte en la isla mediterránea desde finales del siglo XVI a mediados del siglo XX.
La investigación, dirigida por el antropólogo Dario Piombino-Mascali del departamento de Patrimonio Cultural e Identidad Siciliana de Palermo, revela ahora cómo comían los religiosos y sus seguidores, cómo luchaban contra las enfermedades y se encargaban de sus muertos.
«Estas momias son un tesoro único tanto biológica como históricamente», afirma Piombino-Mascali, que obtuvo una beca del Consejo de Expediciones de National Geographic. (National Geographic News forma parte de National Geographic Society.) «Pueden proporcionarnos mucha información si los estudiamos correctamente».
Descifrando su interior
Y esto pasa por utilizar rayos X y tomografías computarizadas en lugar de técnicas invasivas como las autopsias. Los métodos recomendados protegen los ejemplares (el más antiguo data de 1599, cuando los frailes capuchinos comenzaron a practicar la momificación, seguidos de nobles y burgueses que deseaban bendecir sus vidas tras la muerte), a pesar de permitirnos observar su interior.
¿Y qué nos dice su interior?
En primer lugar, según Piombino-Mascali, cuyo equipo incluye científicos alemanes, brasileños y norteamericanos, que seguían una dieta muy equilibrada. Puesto que la mayoría de las momias disfrutaban en vida de una posición acomodada, su alimentación incluía carne, pescado, legumbres, verdura y productos lácteos.
Sin embargo, esta rica alimentación también pasa factura. Las radiografías de los huesos muestran signos de enfermedades óseas y gota, que, según Piombino-Mascali, «solían afectar a las clases medias y altas de las sociedades preindustriales».
Y, por supuesto, la riqueza no evita el paso del tiempo ni protege del envejecimiento: más de dos tercios de los cuerpos muestran signos de enfermedades degenerativas, «probablemente porque la mayoría murió mayor».
Los intestinos hablan
Mientras el trabajo avanza a buen ritmo en Sicilia, los descubrimientos llegan de los sitios más inesperados.
Tenemos, por ejemplo, los estudios llevados a cabo por Karl Reinhard, forense de la Universidad de Nebraska-Lincoln. Su equipo puso en marcha un programa piloto para ver qué información podían sacar al examinar los intestinos.
El objeto de su estudio, «Piraino 1», es un hombre de unos 40 años que vivió a principios del siglo XIX, una de las 26 momias del sepulcro de la Iglesia Madre de Piraino, en el noreste de Sicilia, que data del siglo XVI.
La radiología reveló que tenía mieloma múltiple, un tipo de cáncer, aunque la verdadera sorpresa llegó cuando la estudiante de Reinhard Melissa Lein encontró rastros de una planta con agentes antitumorales utilizada en China y Turquía pero que se creía que no era frecuente en Sicilia.
«Indica que los habitantes de Sicilia tenían conocimientos esotéricos de las plantas medicinales», señala Reinhard, cuyo equipo encontró también rastros de pulpa de uva, un purgante con compuestos eficaces en tratamientos de cáncer y enfermedades cardiovasculares. Basándose en el tipo de pulpa, según Reinhard, es muy probable que Piraino 1 muriera en invierno.
Por otra parte, otra de las estudiantes de Reinhard, Kelsey Kumm, encontró una grave infección de Trichuris trichiura, con más de 600 gusanos, en el tracto intestinal de la momia. Kumm concluyó que debido a que el hombre había padecido otras enfermedades, su sistema inmunológico era vulnerable a esta enfermedad parasitaria transmitida por las heces que suele asociarse con la pobreza.
«A partir de estos hallazgos hemos conseguido una imagen general», señala Reinhard. «A pesar de que este individuo tenía una buena posición social, es muy posible que su actividad le llevara a entrar en contacto con clases más bajas. Como conclusión, podemos afirmar que a partir del estudio del interior de una momia podemos aprender mucho sobre sus enfermedades, dieta y momento de la muerte».
Dilema mor(t)al
El proceso de momificación en Sicilia solía consistir en guardar el cuerpo en una habitación ventilada, vaciarlo de fluidos y llenarlo de hojas o paja para mantener su forma y combatir los olores. Meses después lo lavaban con vinagre, lo vestían con sus mejores galas y lo metían en un ataúd o lo colgaban de la pared.
Los cuerpos que fueron momificados más recientemente fueron embalsamados con productos químicos y, por lo tanto, se conservaron mejor. Un ejemplo es Rosalia Lombardo, de dos años de edad y apodada La bella durmiente, que murió de una neumonía en 1920 y que se encuentra en las Catacumbas de los Capuchinos de Palermo junto con otros 1.251 cuerpos.
 ¿Pero durante cuánto tiempo pueden conservarse?
Piombino-Mascali está deseando estudiar el ADN de las momias, incluidas las de las ciudades de Caccamo y Gangi, en las que se empleó cera para crear máscaras parciales y completas. Sin embargo, la humedad y el polvo están afectando los cuerpos, en especial los de Palermo y Piraino, por lo que el tiempo juega en su contra.
Piombino-Mascali afirma que es urgente la aplicación de sistemas de control de la temperatura, como aire acondicionado, aunque no está muy claro si hay voluntad política, y fondos, para hacerlo.
«Tenemos que actuar con rapidez para salvar estas momias», señala. «Ése era su deseo cuando fueron momificadas, así que tenemos el deber moral de conservarlas».
Pase lo que pase ahora, según Piombino-Mascali, el trabajo de su equipo ha cambiado la forma de pensar de los habitantes de la isla.
«Durante años, el tema de la muerte fue tabú en Sicilia», comenta. «En el siglo XX, acontecimientos como las dos guerras mundiales afectaron la forma de pensar y de enfrentarse a la muerte de los sicilianos. No querían hablar de ello».
«Ahora, la importancia científica de lo que estamos descubriendo les está haciendo comprender que en Sicilia la muerte siempre ha formado parte de la vida, y que durante siglos sus habitantes recurrieron a la momificación para garantizar una relación duradera entre vida y muerte».
 nationalgeographic.es/ciencia

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