La ocultista británica Dion Fortune, autora del libro maldito Autodefensa psíquica (Psychic Self Defence), siempre se mostró interesada en los vampiros energéticos,
cuestión que en cierta forma favoreció a sus críticos, ya que éstos a
menudo la acusaban de aliviar su hostilidad contra los hombres a través
de la figura mítica del vampiro.
Ahora bien, Dion Fortune observó que existen distintas razas de vampiros energéticos,
y que cada una de ellas opera asumiendo distintas personalidades. La
primera asombra por su banalidad, e incluso por la ausencia de anomalías
y características que inviten al profano a considerarse frente a un vampiro.
Para Dion Fortune todas las "víctimas" son, en definitiva, vampiros.
No hablamos de víctimas de algún tipo de atropello, sino de aquellas personas que se victimizan, que hacen de sí y de sus problemas el centro gravitacional de quienes los rodean.
Pero no solo Dion Fortune vio en este tipo de personalidad los rasgos del vampiro energético. El ocultista Eliphas Levi, autor de: Dogma y ritual de la alta magia (Dogme et Rituel de la Haute Magie), El gran arcano del ocultismo revelado (Le Grand Arcane, ou l'Occultisme Dévoilé), El libro de los esplendores (Le livre des splendeurs), El libro de los sabios (Le Livre des sages), Historia de la magia (Histoire de la magie) y La ciencia de los espíritus (La Science des Esprits), sostiene que las personas con tendencia a victimizarse son en realidad voraces vampiros energéticos.
Veamos algunas de sus características basándonos en las observaciones de estos dos creativos.
Los vampiros energéticos elaboran una
suerte de teoría irrefutable sobre sus propias limitaciones e
infortunios. Tanto íntimamente como de forma explícita se consideran
incapaces de enfrentarse al mundo. Suelen quejarse a viva voz de sus
problemas y desgracias. Desde su óptica, el mundo está en su contra. Nunca son ellos los responsables de sus desdichas y siempre encuentran algún culpable exterior.
El profesor Lugano, árido exégeta del vampirismo, desarrolló un esquema por el cual define al vampiro energético
como aquel que busca incansablemente a los responsables de entorpecer
su destino, evitando el único sitio donde puede encontrarlos: un espejo.
Eliphas Levi ofrece más detalles sobre los vampiros energéticos.
Señala que todos ellos son tozudos pesimistas. Buscan atraer la atención
de los demás con gestos adustos, preocupados; suspiros teatrales,
temblores, estremecimientos, llantos, miradas perdidas, respuestas
pausadas, crisis reiterantes y relatos que giran en torno a un estado
perpetuo de desdicha.
De este modo -apunta Eliphas Levi- este tipo de vampiros energéticos se ubica en un estado de vulnerabilidad que les permite acceder a la comprensión ajena.
Dion Fortune suscribe esta inclinación de los vampiros energéticos por mostrar su vulnerabilidad, ya que con ella seducen a sus oyentes. Desde luego, ningún vampiro energético busca realmente solucionar sus problemas, por el contrario, estos son su fuente de energía, su motor para manipular a quienes tienen la mala fortuna de rodearlos.
El vampiro energético se
convence -y convence a los demás- de que es una víctima. Más aún, vive
en un constante estado de defensa. Ofrece excusas sin motivo, explica su
situación reiteradamente, habla más de lo que escucha, y siempre de sí
mismo. Cuando alguien le ofrece una solución la deshecha rápidamente, y
cuando no encuentra eco para sus quejas se muestra ofendido por la falta
de interés de sus oyentes.
Según Eliphas Levi, acaso vampirizado hasta el hartazgo, todas las personas que luego de exponer con minuciocidad toda clase de problemas imaginarios preguntan:
"¿Qué debo hacer?"
tienen algo de vampiros energéticos. Los que luego de recibir nuestra respuesta sensata actúan como si nada hubiese sucedido, pasan a engrosar una clase de vampiros que no busca alimentarse de energía emocional, sino que encuentran un placer solaz en perpetuar ad infinitum su situación de víctimas, haciendo que cada sugerencia sea descartada con un abanico aparentemente interminable de argumentos.
Dion Fortune sostiene que no existen estacas lo suficientemente eficaces para tratar con esta clase de vampiros energéticos,
o crucifijos capaces de repelerlos. Lo que sí existe es la posibilidad
de identificarlos y ahuyentarlos al minimizar sus tragedias, casi
siempre miserables.
No hay vampiro energético que tolere una
burla sobre sus problemas. Basta reírse un poco de ellos e invitarlos a
revisar la naturaleza frívola de sus inquietudes, para que retornen a
sus ataúdes vaporosos y recurran con urgencia a otros oyentes más
proclives a las abducciones energéticas.
fuente:elespejogotico
No hay comentarios:
Publicar un comentario