martes, 26 de octubre de 2010

Arquitectura Sagrada

NEPAL ,EL REINO DE LOS DIOSES
La arquitectura de monasterios, templos y estupas se convierte en un talismán protector para los nepalíes, ya que son los lugares donde se dan cita dioses y hombres. Un buen ejemplo es la ciudad de Patán, que reúne asombrosos monumentos, como el templo de Kumbheshwar, el Palacio Real o el Templo Dorado. Esta hermosa ciudad, también llamada Lalitpur, está situada sobre la meseta que se extiende junto al río Bagmati y cuenta con cerca de 136 bahals o monasterios y un impresionante Baño Real (Tasha hiti), además del templo de Taleju, con dos estatuas de bronce que lo protegen: la de Ganga, sobre una tortuga, y la de Jamuna, cabalgando sobre el lomo de un cocodrilo.
Un ejemplo del estilo shikhara (pináculo), en minoría frente al estilo pagoda es el templo de Krishna. Su construcción, como la de todos y cada uno de los lugares sagrados de Nepal, requiere de una complicada serie de cálculos matemáticos y astrológicos que lo convierten en un verdadero talismán en piedra. Entre estos monumentos míticos aún pervive la imagen del rey Yog Navendra Malla(siglo XVI), representado con una cobra a sus espaldas y, sobre ella, un pájaro. “Este monarca aseguró que mientras ese pájaro de bronce no levantase el vuelo, no moriría. Por ese motivo, aunque falleció físicamente, los nepalíes piensan que aún está vivo espiritualmente y le siguen preparando cada día sus aposentos reales, el tabaco y los alimentos”,comenta Sanjiv K. Shakya.También la ciudad medieval de Bhaktapur, famosa por sus artesanos, alberga un impresionante catálogo de templos, como el de Nyatapola, una de las joyas del lugar, o el palacio de las 55 ventanas, con una balconada tallada en madera. En la ciudad de Panauti encontramos otros santuarios dedicados a Shiva. Están bañados por el río Punyamanti, donde los hinduistas llevan a cabo ritos de purificación en la creencia de que irán directos al cielo.
EL JARDÍN DE LOS DIOSES
Junto a las ciudades y sus templos, los bosques y las selvas de Nepal son el paraíso donde descansan los dioses. Ciudades como Dhulikhel –a 30 km de Katmandú– muestran la belleza de sus paisajes, aptos para caminantes y aficionados al trekking. Panorámicas que asombran por el verdor de sus parajes naturales y sus rutas de montaña. Auténticos balcones desde los que observar el Himalaya. Más al Sur, hacia las tierras del Terai, localidades como Pokhara o Chitwan nos enseñan nuevos aspectos del país y la diversidad de etnias existente, como la de los sherpas o guías de montaña y la de los tharus, provenientes de Rajastán, entre otras.En el camino hacia el Himalaya podemos encontrar maravillosas cascadas, puentes colgantes y un teleférico moderno de tecnología australiana que nos acerca por los cielos hasta el templo de Manokhaman, donde los devotos piden sus deseos y realizan ofrendas de flores y frutas. El parque nacional de Chitwan, lugar que inspiró a Kipling (MÁS ALLÁ, 193) su famosa novela El libro de la selva, ofrece un frondoso camino de árboles sagrados de la sal, humildes casas de adobe y paja y animales salvajes, tigres de Bengala, cocodrilos y elefantes. Un paraíso en el que los dioses reposan alejados, mientras contemplan la puesta de sol reflejada en las sagradas aguas del río Trisuli.
LOS RITUALES
En Nepal la vida cotidiana se desarrolla entre oraciones y ritos, costumbres que se han mantenido durante siglos con la misma pasión y confianza; una de las más destacadas es la de sus ofrendas, que preparan sobre bandejas de cobre. En ellas llevan polvo rojo y pétalos de flores amarillas, mezclados con barro, que se aplican en la frente (tika), como símbolo de la presencia divina. Parte del ritual es la realización de sacrificios de animales –únicamente de los machos– como patos, cabras o búfalos. Dicha ceremonia debe hacerse con un arma afilada y dando muerte a la bestia con un corte limpio en su cuello, pues, de lo contrario, les traería mala suerte. De ese modo se libera al animal, permitiendo que se reencarne en hombre en su siguiente vida.
Los rituales forman parte de la cotidianidad nepalí, de modo que hasta la construcción de sus casas debe hacerse con el permiso de la Divinidad a través de una ceremonia especial, que parece haber protegido muchos de los edificios más antiguos del azote de los terremotos más feroces. En su interior siempre hay una habitación dedicada a los dioses, donde se les saluda cada día antes del desayuno. También hay ceremonias en todos los momentos significativos de la vida, desde el nacimiento hasta la muerte. Es muy común que los recién nacidos sean masajeados con aceite de mostaza, ungüento que también utilizan las madres durante los dos primeros meses de vida del bebé debido a su gran poder terapéutico.
Asimismo, los matrimonios son fijados de acuerdo con los cálculos astrológicos para garantizar que el enlace será duradero y feliz. Incluso la expiración de la vida tiene su propio ritual. Los muertos han de ser trasladados a los ghats o crematorios, desde donde parten hacia la mansión de Yama, el dios de la muerte.
El centro de peregrinación más importante es Pashupatinath, el lugar donde los seguidores de Shiva realizan sus rituales y donde aquéllos a los que les ronda la muerte la esperan en constante meditación. Por eso, en este complejo hay un gran dharmasala, que los acoge en su patio interior a la espera de ese último viaje.
masalladelaciencia.

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