miércoles, 11 de abril de 2012

Femicidio.


  El martes pasado, la Cámara de Diputados dio dictamen a un proyecto que busca introducir la figura del femicidio al código penal. El dictamen modifica el artículo 80 del Código Penal en su inciso 1 estipulando que se impondrá reclusión perpetua o prisión perpetua al que matare "a su ascendiente, descendiente, cónyuge, o a la persona con quien mantiene, haya mantenido, o haya infructuosamente pretendido iniciar una relación de pareja, sabiendo que lo son" 


 Mujeres marcadas con fuego: crece la cifra de hombres que queman a sus parejas 


 Sin previo aviso, pateó ferozmente la puerta y consiguió que le abrieran. Apenas la vio, la agarró y la golpeó varias veces contra la pared. Luego, la arrastró hasta la cocina y ahí, ante la mirada de su hija de seis años, la roció con alcohol y le prendió fuego.
 La escena duró segundos, pero Romina pelea desde entonces por su vida con un alto porcentaje del cuerpo quemado por su pareja.
 "Siempre hubo violencia, pero no en la magnitud que se ve ahora", ratificó a LA NACION Ada Beatriz Rico, presidenta de La Casa del Encuentro. Según cifras que maneja la institución, en la Argentina, más de 200 mujeres son asesinadas por año. 
La mayoría son apuñaladas o baleadas, aunque el porcentaje de víctimas quemadas también es alto. Sin contar las denuncias registradas en 2012, unas 43 resultaron incineradas por sus parejas o ex parejas. 


UN SÍMBOLO DE PERTENENCIA 


En ese panorama complejo, de control y posesión entre la víctima y el victimario, surgen interrogantes en torno a la preferencia del fuego sobre el resto de los elementos. ¿Adquiere algún significado especial? ¿Por qué su uso es casi una postal habitual? Desde épocas ancestrales, el fuego se presentó como un elemento "purificador" o una manera de expiar la culpa y de transformar un objeto. "Algo que es quemado nunca vuelve a ser lo mismo.
 Queda una marca del que prendió el fuego en el cuerpo del otro, como castigo y como paso que tiene una persona sobre la vida de otra", apuntó Besuschio al enfatizar que, en definitiva, se trata de dejar una marca, una huella en el más débil. 
 Bajo esa misma línea se mostró el psiquiatra Horacio Vonmaro, quien se refirió a la propiedad que el hombre siente tener sobre el cuerpo de la mujer; una creencia que lo lleva a disponer de él sin tapujos: "El uso del fuego y del alcohol tienen que ver con la concepción del cuerpo de la mujer como el cuerpo del pecado. Es un simbolismo muy fuerte. El castigo se expresa en quemar el cuerpo como expresión de todo: lo físico, la psiquis, el espíritu. Es una manera de ejercer el dominio absoluto sobre la mujer como una manifestación de posesión y apropiación". 
 Por otro lado, actuar de esta manera rechaza enseguida la posibilidad de entablar un diálogo, porque la palabra en estas situaciones es derrocada, y prevalece "un acto escenográfico excesivo". 
En palabras de la licenciada y terapeuta familiar Adriana Quattrone, pensar en la expresión quemar viva a una mujer responde al lenguaje sexista, "ya que la mujer es quemada justamente para que no viva, intentando que esa mujer no siga siendo la misma, que porte una marca que la distinga del resto". A estos planteos se agrega, también, "un mayor ensañamiento y la necesidad de hacerla sufrir más", según los testimonios que recogen a diario en La Casa del Encuentro, además de asociar al fuego como un arma correctiva desde el punto de vista masculino.

 LA DIFICULTAD DE ALEJARSE 


 El obstáculo más difícil de sortear para una mujer consciente de la situación de maltrato y que se decide a denunciar, es cómo llevar a cabo el alejamiento. "Necesita superar sus miedos y tener acceso a una solvencia económica para mantenerse a ella misma y a sus hijos", explica Quattrone. 
 En el mismo sentido se manifiesta Rico. "Nosotras alentamos la denuncia, pero tiene que ir acompañada de un plan de contingencia. Hay refugios y organizaciones para estas mujeres y sus hijos. En estos lugares debe ofrecerse no sólo una protección física, sino también una contención psicológica".
 Para esto, coinciden los especialistas, es fundamental llevar a cabo campañas de difusión, que permitan que las mujeres se informen, sepan cómo denunciar, conozcan los refugios a los que pueden tener acceso.
 "Es responsabilidad de quienes ejercen políticas públicas el diseño de campañas de sensibilización y difusión continuas sobre los indicios de la violencia de género y doméstica, así como ofrecer tratamientos acordes y en cantidad suficientes", destaca Quattrone.


 extractado de diario La Nacion 
autoras:Sol Amaya y Valeria Vera

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