martes, 29 de mayo de 2012

Excalibur. El misterio de la piedra roja 

 El nacimiento de los primeros mitos de la Humanidad
¿Cuándo surgió la mente simbólica del hombre, cuándo se encendió esa chispa? Las muestras más antiguas de ritos funerarios hasta ahora tienen 60.000 años y son discutidas por no pocos expertos. Excalibur representa la huella más antigua del pensamiento simbólico de la especie humana.

El 9 de julio de 1998 la campaña de excavación en la Sima de los Huesos dirigida por Juan Luis Arsuaga  junto a Eudald Carbonell y Jose María Bermudez celebraba el feliz hallazgo de una magnífica piedra tallada, usada como hacha de mano, conocida en términos técnicos como industria lítica o bifaz. Sus singulares caracacterísticas y su localización en en este enclave  la han convertido  en uno de los hallazgos más enigmáticos y desconcertantes encontrados hasta la fecha en las colinas de  Atapuerca. Tallada con un material (cuarcita roja), poco frecuente en estos parajes, se sospecha que la pieza fue importada desde otro lugar.
Este bifaz fue tallado hace 400.000 años por el homo heilderbergensis quien la utilizó como hacha de mano, siendo la única pieza de industria lítica encontrada hasta este momento en el yacimiento, en el que se han exhumado más de 5.000 fósiles humanos. Los paleontólogos la bautizaron inmediatamente con el nombre de la espada mágica Excalibur 

 Apareció con los restos de una treintena de esqueletos, lo que hace pensar que era un objeto simbólico, que habría sido aportado al yacimiento, junto con los cuerpos humanos descubiertos, a modo de ofrenda.
Este descubrimiento de Arsuaga y los suyos nos hace concluir que la abstracción humana no nació con los sapiens, sino hace 400.000 años con la especie concocida como Homo Heilderbergensis, anterior a los neandertales.
Atapuerca sigue iluminando el apasionante camino de la evolución humana.

Pero no sería hasta cuatro años después cuando este extraordinario descubrimiento sería presentado oficialmente, siendo mostrada al gran público en distintas exposiciones por toda España.
De esta pieza de la industria lítica tallada en cuarcita roja y marrón no se sabe aún su uso, debido a que estaba muy erosionada, ha destacado Carbonell, quien ha explicado que la teoría de los investigadores es que “se trata de la primera herramienta votiva…” Apareció con los restos de una treintena de esqueletos, lo que hace pensar que era un objeto simbólico, que habría sido aportado al yacimiento, junto con los cuerpos humanos descubiertos, a modo de ofrenda.

El momento del hallazgo

Vía El País
Fue Ana Gracia, uno de los siete miembros del equipo de la sima, quien estaba en aquel momento con los palillos de modelar apartando arcilla en el suelo de la cueva. Recuerda que vio una cuarcita, una piedra de río que era el material predilecto de los hombres prehistóricos para hacer herramientas y que nunca había aparecido en la cueva hasta ese momento (no hay cerca lascas de cuarcita: Excalibur no se talló allí).
“Empecé a retirar el sedimento y al ir perfilando la piedra vimos que tenía bordes tallados cortantes”, cuenta Gracia. “Era la parte posterior del bifaz. Era increíble, emocionante… pero esta vez no lloré”. Más de cuatro años después Alfonso Esquivel, otro paleontólogo, lee una fría anotación en el cuaderno de la excavación que él se encarga de hacer: “Piedra, en medio del nivel verde [código del nivel de fósiles humanos]“. Alrededor estaba un diente humano y un acetábulo (de la cadera), así como un canino y una costilla de oso, según quedó registrado.
“Estábamos todos alucinados”, dice Ignacio Martínez. El 10 de julio él realizó la excavación completa del hacha. Mide 155,8 milímetros de longitud máxima, 98,5 milímetros de ancho y 49,87 de grosor. Es una piedra roja con una capa exterior ocre, una pieza muy rara por la tonalidad pese a que hay cuarcita en la región, en las terrazas del río Arlanzón.
Excalibur fue retirada con sumo cuidado del yacimiento y durante cuatro años fue analizada a fondo en los laboratorios de Arsuaga y de Carbonell (en la Universidad Rovira i Virgili, de Tarragona) como responsable de la arqueología del proyecto Atapuerca.
¿Cómo acabó Excalibur en esa acumulación de cadáveres? La hipótesis de los científicos es que no fue una catástrofe natural, sino que los cuerpos fueron depositados allí intencionadamente. Y junto a ellos, en algún momento, tal vez como homenaje, se dejó una pieza singular, un hacha de un material muy especial, perfectamente tallada. ¿Fue hecha para la ocasión? ¿Pertenecía a algunos de los muertos? Quién sabe.
El célebre paleoantropólogo Henry Lumley, tras ver Excalibur y visitar la sima, escribió en el cuaderno de la excavación en 2001: “Cómo me ha emocionado pasar unos instantes en esta cámara sepulcral, testimonio más antiguo del nacimiento de los primeros mitos de la humanidad”.
Excalibur. La función simbólica a debate.

”Para los excavadores de Atapuerca este bifaz es mucho más que una simple herramienta. Excalibur fue una especie de elemento votivo funerario, un objeto simbólico arrojado a la Sima para acompañar a los difuntos. Este hecho lo convertiría en la evidencia más antigua de comportamiento simbólico y en la prueba que confirma la naturaleza de enterramiento de la Sima, en la que se ha encontrado una acumulación de huesos correspondientes a treinta y dos individuos, por lo menos.
Los cuerpos acumulados, no descarnados, apuntaban a un comportamiento ritual parecido a una práctica funeraria y al hallarse Excalibur, en el mismo lugar, los investigadores creen que es el momento en que fueron conscientes de la muerte y el «arranque» de la conciencia humana. Este descubrimiento va más allá de haber encontrado un depósito de fósiles, porque, por primera vez, tenemos el eslabón pérdido no sólo morfológico sino de la evolución del hombre. Ese proceso reflejaba una conducta deliberada y humana. Por ello, Excalibur, hallado en la Sima de los Huesos, habla de una actitud y un comportamiento de consciencia, de avance hacia la mente humana porque teníamos eslabones perdidos de la evolución gradual de la mente humana, pero aquí tenemos la última frontera de los orígenes del hombre.
El argumento para demostrar que Excalibur fue una pieza de ajuar funerario, arrojado a la Sima con la sola intención de acompañar a los difuntos, quizá como homenaje, es que ese bifaz ha aparecido en un lugar que no fue utilizado por los homínidos para trabajar o vivir. Sin embargo, ¿es esto suficiente para deducir que Excalibur tuvo una función simbólica? ¿Se ha dejado llevar el equipo de excavadores por su entusiasmo?
Excalibur fue encontrado mezclado con los huesos de la Sima, que constituye un auténtico enterramiento. Deducir de ello que el bifaz es un elemento simbólico es deducir mucho y de forma muy arriesgada. No hay manera de demostrar la intencionalidad de la ubicación de Excalibur. Sabemos que llegó a la Sima pero no cómo ni por qué. Pudo caerse accidentalmente, pudo haber sido arrojado para deshacerse de él por cualquier motivo o se perdió en un descuido de su usuario. No hay forma de saber si fue arrojado en el mismo momento y acompañando a uno o varios de los cuerpos que llenan la sima, o años después. Así concluye la historia de este famoso bifaz que ha creado tantos quebraderos de cabeza a Asuaga o Carbonell, pero al fin y al cabo solo es un hacha rodeada de huesos…
arquehistoria.com






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