martes, 8 de mayo de 2012

Hatshepsut, la mujer faraón 

 El misterio de la Reina perdida de Egipto 

 Por Francisco J. Martín y Teresa Bedman 


 Tuvo más poder que Cleopatra y Nefertiti. Se vestía como un hombre, llevaba barba postiza y se autoproclamó faraón. Murió de una infección hace 3.500 años y su legado fue destruido. 


Una reciente investigación ha demostrado que la enigmática momia encontrada en 1902 por Howard Carter en el Valle de los Reyes es la reina Hatshepsut.


 Se trata del hito arqueológico más importante en Egipto desde el descubrimiento de la tumba de Tutankamon. Una pareja de investigadores españoles cuenta cómo llevaron a cabo el hallazgo. 


 El doctor Francisco Martín, director de la expedición española que trabaja desde el año 2000 en Deir-el-Bahari –en la orilla occidental del Nilo, frente a Luxor, donde se encuentra el templo funerario de Hatshepsut– muestra al equipo de Discovery Channel un hallazgo único: una cámara secreta. Se emplaza bajo el templo de la reina donde se esconde el techo astronómico más antiguo de la Humanidad. 
Nuestras investigaciones nos llevan a creer que en ella se realizó una ceremonia místico-religiosa en la que Sen-en-Mut, consejero, arquitecto de la reina y un hombre de gran poder e influencia, adquiere carácter real y queda unido a su soberana para siempre en el más allá. La interpretación de los bajorrelieves y los jeroglíficos de la cámara secreta, escritos con retroescritura (sólo se pueden leer si se conoce este sistema secreto de los antiguos egipcios que consiste en colocar un espejo y leer la imagen que proyecta en él), nos está ayudando a comprender mejor la historia de una mujer inteligente, carismática y de gran belleza cuyo reinado estuvo sustentado por el apoyo de Sen-en-Mut, verdadero poder en la sombra, que pudo ser rey de Egipto.
 Creemos que este hombre no sólo asesoró a la reina, sino que la amó profundamente, ya que gozaba de una importancia y privilegios sin precedentes. Más poderosa que Cleopatra o Nefertiti, Hatshepsut tomó posesión del trono durante la minoría de edad de su joven hijastro, vistiéndose como un hombre y llegando a proclamarse «Señora de las Dos Tierras» mediante ofrendas a los dioses en el templo de Karnak, como hacían los reyes.
 En una actuación política sin precedentes, se declaró a sí misma como faraón a los 22 años de edad. Provenía de un linaje de mujeres política y socialmente fuertes, no en vano, su abuela Amosis-Nefertari, influyó poderosamente en el reinado de su marido, el faraón Amosis I. Aunque su poder alcanzó todos los lugares de Egipto y su reinado fue muy próspero, el legado de Hatshepsut fue sistemáticamente borrado de la historia de Egipto. 
Los registros históricos fueron destruidos, los monumentos derribados y su momia retirada de su tumba. Su muerte también está rodeada de misterio. 


 La reina perdida. La búsqueda del cuerpo se inicia en el Valle de los Reyes, lugar donde se encuentra la tumba original de la reina (en nomenclatura KV20), a 300 pies bajo el suelo, el equivalente a 35 pisos. Nos adentramos en ella de la mano del veterano arqueólogo egipcio Zahi Hawass, y nos encontramos que está en muy mal estado y a punto de derrumbarse. Durante dos días, los operarios egipcios trabajan cuidadosamente retirando piedra del túnel hasta que de pronto se revela la cámara. Entramos junto a Hawass en la tumba, la primera de las construidas en el Valle de los Reyes, y notamos la dificultad de respirar por la falta de oxígeno. Entrar en la cámara mortuoria de Hatshepsut es impresionante, ya que aquí se depositaron su momia y su sarcófago hasta que sus sacerdotes trasladaron los restos a otro lugar desconocido huyendo de los frecuentes saqueos. Como en cualquier búsqueda de una persona desaparecida, el equipo de expertos construye un retrato robot de Hatshepsut para facilitar su localización. 
La reina murió cuando tenía entre 40 y 50 años, tenía grandes ojos con una notable separación entre sí, la nariz aguileña y el rostro en forma de corazón. Debido a su linaje real, debía estar envuelta en lino y tener su brazo derecho doblado hacia el pecho, como signo inequívoco de realeza. Con estos datos, nos trasladamos junto a Hawass a la tumba KV60, cercana a la tumba de la reina y descubierta en 1903 por Howard Carter. En ella se hallaron dos momias; la niñera de la reina, Sat-Ra, que fue trasladada al Museo del Cairo, y otra sin identificar, en perfecto estado y que pertenece a una mujer de complexión fuerte. Guiado por su intuición, Hawas decide trasladar esta última al Museo de El Cairo para someterla al escáner y comprobar si se trata de Hatshepsut. Su decisión está reforzada por el hallazgo de una máscara en la misma tumba que representa una cara de mujer –originariamente recubierta de un oro que fue seguramente arrancado por ladrones– y en cuya barbilla se encuentran unos agujeros donde iba ubicada la barba ritual de faraón. 
 Para ampliar la búsqueda, nos dirigimos a la tumba DB320, un gran almacén de momias donde se han encontrado casi todos los parientes directos de la reina: su padre, su marido y sus abuelos. Esta tumba será de vital importancia para realizar las pruebas de ADN que demuestren el parentesco de nuestra momia con sus antepasados. Por ello, Hawas decide trasladar al Museo de El Cairo dos momias sin identificar que fueron encontradas en este lugar, donde además se halló una caja de madera con el nombre de Hatshepsut inscrito en ella y que contiene las vísceras de la reina. Por tanto, nos encontramos con cuatro momias candidatas: dos halladas en la KV60, esto es, la supuesta niñera de la reina, y otra sin identificar de complexión fuerte y muy bien conservada. Las otras dos momias proceden de la tumba DB320; una de ellas tiene el rostro desencajado y la boca totalmente abierta mostrando un intenso dolor, mientras que la otra momia está sumida en un sueño plácido. 
 ADN y escáner en 3D. Ya en el laboratorio de ADN del Museo de El Cairo –el primero ancestral del mundo, construido con el apoyo de Discovery Channel, y que cuenta con las técnicas más avanzadas de identificación– los expertos forenses comienzan las pruebas. Se han seleccionado cuatro momias como posibles candidatas a ser la reina de la decimoctava dinastía y que se someterán a los test para extraer y comparar ADN nuclear y mitocondrial con el de las momias de la familia de Hatshepsut. Además, un escáner tomográfico computerizado permite a los científicos relacionar las características físicas de las cuatro momias con las de los familiares conocidos de la reina. La búsqueda rápidamente concluye en dos posibilidades, ambas provenientes de la tumba de la nodriza de Hatshepsut. El escáner tridimensional de última generación de Siemens fragmenta el cuerpo en 1.700 partes de 5 mm de grosor, lo que permite comprobar los rasgos faciales y las lesiones que padecían las momias. Las conclusiones son reveladoras: ninguna de las dos encontradas en la tumba DB320 son Hatshepsut. La momia que tiene la boca abierta recibió un fuerte impacto en el cráneo, por lo que la causa de la muerte pudo ser violenta, y la otra tiene los brazos extendidos, lo que descarta que sea reina. Pero las dos encontradas en la KV60 están recubiertas con lino y una de ellas tiene muchos rasgos físicos parecidos a los de los antepasados de Hatshepsut: frente alta, ojos separados y nariz aguileña. Como parte del proceso, se lleva a cabo un test de ADN muy complejo a partir del hueso de la pelvis de varios descendientes de Hatshepsut, Tutmosis I, II, III y de su abuela. Se trata de un proceso muy delicado, ya que los huesos son muy frágiles y estas momias sólo pueden permanecer una hora fuera de las cámaras de nitrógeno que las protege. Pero el ADN de los parientes de Hatshepsut está deteriorado y no permite identificar a la reina. 
Hay que buscar una alternativa. Un diente crucial. Hawas tiene una idea: investigar el vaso canopo con las vísceras de Hatshepsut que podría permitir la extracción de una muestra de ADN. Todo el equipo se traslada al Museo de El Cairo para recuperar esta caja de madera que va a permitir resolver el misterio de la reina perdida. De vuelta en el laboratorio, el escáner muestra las vísceras de la reina en el interior de la caja junto a un objeto sólido en su interior: se trata de un molar al que le falta una raíz. Los expertos se alegran: el hueso permitirá cotejar el ADN e identificar a la reina. Pero la búsqueda se acelera ya que, al examinar las características del molar, se comprueba que encaja a la perfección en la boca de una de las momias, que conserva una raíz. La pieza dental se ajusta dentro de una fracción de un milímetro con el espacio del molar desaparecido de la boca de la momia A de la tumba KV60. Sólo hay una minúscula diferencia que puede deberse a la erosión en las encías después de que el diente fuera extraído. Los expertos forenses aseguran que Hatshepsut padecía una severa enfermedad de las encías y que murió envenenada por su propia infección. Además, se comprueba que la densidad del molar que se encontraba en la caja y la que se registraba en la boca de la momia era prácticamente idéntica. Esta información es contrastada y confirmada por el doctor Paul Gostner, jefe de radiología del Hospital General de Bolzano, Italia, e investigador forense que dirigió los estudios de la momia del hombre de hielo, encontrada en 1991 en los Alpes tiroleses, y el doctor Andreas Blaha, analista de escáneres tomográficos en las instalaciones alemanas de Siemens. En el plano histórico, Hatshepsut utilizó numerosas estrategias para legitimar su papel, justificando su nacimiento divino con la convocatoria de Amón a todos los dioses y diosas para anunciar su deseo de engendrar a un niño que debía gobernar en todo Egipto. Tot, el rey de la sabiduría, recomendó a la reina Amosis (Ahmose, Ahmes), madre de Hatshepsut, como la más apropiada, conduciendo al dios Amón hasta el palacio real donde la encontró dormida en su aposento. Hatshepsut rápidamente asumió las funciones reales, incluso aquellas propias de un hombre. Para ello, utilizó una vestimenta masculina y una falsa barba. También era retratada como un hombre y tratada como tal. Fue una poderosa y admirable mujer que dotó de estabilidad a Egipto. Sin embargo, desapareció misteriosamente sobre el año 1458 a.C., cuando Tutmosis III recuperó su título de faraón. Algunos estudiosos creen que el vandalismo se convirtió en un movimiento político para restablecer la adecuada sucesión de los herederos reales, comenzando con Tutmosis I y finalizando en Tutmosis III. La mató un virus. Pero, a pesar de los esfuerzos de Tutmosis III por borrarla de las páginas de la Historia, esta fuerte mujer, que fue faraón, que amó a Sen-en-Mut, que envió una expedición al país de Punt y lideró guerras contra los nubios, terminó siendo una mujer frágil que murió de una infección en la boca. 
Tras superar la muerte de su padre, su marido, el propio Sen-en-Mut y su hija Neferura, a la que educó como faraón y que murió a los 15 años de edad, alguien quiso que descansara eternamente junto a su madre de leche, su fiel y querida nodriza, que la había protegido siempre cuando era una niña.
 La identificación oficial de la momia de la reina Hatshepsut constituye un hito en el mundo de la egiptología. Se trata del resultado de un largo trabajo de investigación de un importante equipo multidisciplinar de profesionales, entre los cuales hay un grupo de españoles del Instituto de Estudios del Antiguo Egipto de Madrid. Todo ello a través del estudio de los monumentos e inscripciones vinculadas con la gran reina, confirmado por los más avanzados métodos técnicos y científicos. El apoyo de Discovery Channel muestra cómo se trabaja hoy en Egipto para reconstruir la historia de los faraones.


 arquehistoria.com

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