En la tradición andina la misha es el equivalente a un altar de poder chamánico, este es en esencia un espacio sagrado compuesto de objetos de poder que sirven de contacto con las fuerzas ancestrales y espirituales del cósmos viviente. La misha es un waca, que quiere decir un espacio sagrado, único, intangible e irrepetible en la tradición que merece a los andinos respeto y culto. Es una alianza espiritual que solo puede servirle a su portador.Una misha puede ser un manto andino, una bolsa de tejido de alpaca o llama que sirve para envolver en forma de paquete los objetos personales de su portador. En su interior los maestros andinos colocan las khuyas, es decir las piedras sagradas que han sido heredadas por sus ancestros o maestros y que por los años de uso se encuentran cargadas de energía refinada o sirven de igual modo como canal energético (pachachaka). Dentro de la misha se pueden incluir entre otras cosas: retratos (de maestros o ancestros), cartas importantes, hojas de coca, amuletos, conchas marinas, cruces, diseños simbólicos,etc.), todo cuanto represente sagrado y único para la persona que realice la alianza con este objeto de poder.
Se dice que la misha es finalmente un fetiche, pues para el mundo occidental solo se componen de objetos que los indios andinos adoran y consideran como sagrados, este aspecto objetal compete al primer nivel de consciencia de la tradición. Sin embargo, su uso se extiende a otros niveles por su utilidad y valor dentro de la práctica de la medicina tradicional andina. Si la misha se extraviase el iniciado de cuarto nivel no tendría ningún problema en renunciar a ella, para lo cual solo tendría que pensar en componer una nueva, restituyendo la anterior, este acto va de la mano con la actitud de desprendimiento y desapego aún de los objetos sagrados. Hay que recordar que la misha solo puede tener valor sagrado para su portador.
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