martes, 22 de noviembre de 2011

48 años más tarde, el asesinato de JFK es aún un enigma

El 22 de noviembre de 1963, el presidente de Estados Unidos John F. Kennedy fue asesinado en las calles de Dallas. Entrevista exclusiva con el juez John R. Tunheim, quien presidió el “Assassination Records Review Board”, que investigó el magnicidio.

El 22 de noviembre de 1963 marcó la historia de los Estados Unidos de América y el contexto internacional del siglo XX. John F. Kennedy, el 35º presidente estadounidense, había programado un escueto viaje al estado de Texas, donde pretendía afianzar su imagen positiva, con miras a las elecciones de 1964. Luego de haber visitado San Antonio y Houston, arribó a Dallas. El presidente y la primera dama abordaron la limusina junto al gobernador de Texas John Connally y su mujer Nellie para iniciar el desfile rumbo hacia la plaza Dealey, donde lo esperaba una multitud. Cuando el vehículo se acercó a la zona cercana al depósito de libros de la escuela de Texas, se produjo el magnicidio. Las balas impactaron en la cabeza y el cuello de Kennedy e hirieron también al gobernador Connally. Media hora más tarde, y ya en el hospital “Parkland Memorial”, se anunció la muerte del primer mandatario.
Si bien Kennedy era el cuarto presidente de Estados Unidos asesinado, hasta ese momento matar al presidente no era considerado un crimen federal, por lo tanto fue la policía de Dallas la fuerza que primero estuvo a cargo del caso. Como primera medida arrestaron a Lee Harvey Oswald, un hombre de 24 años que trabajaba en el edificio del depósito de libros de la escuela de Texas desde hacía menos de un mes. Dos días más tarde y mientras era trasladado hacia la cárcel del condado, Jack Ruby, el dueño de un club nocturno, le disparó. Oswald falleció un par de horas más tarde.

Miles de teorías de conspiración han surgido desde entonces, tratando de esclarecer la muerte de JFK. Entre las más significativas figuran aquellas que vinculan al asesinato con la CIA, el Servicio Secreto, la Unión Soviética, el crimen organizado, y hasta a Fidel Castro. Existe también la teoría de la “bala mágica”, la cual sostiene que por los pocos segundos de diferencia entre disparo y disparo es imposible que haya habido un solo tirador.

A lo largo de los años se han conformado distintas comisiones para intentar descifrar quién fue el autor o los autores del homicidio. La primera fue la comisión Warren creada por el sucesor de Kennedy, el presidente Lyndon Johnson, a fines de noviembre de 1963. En 1976, la Cámara de Representantes del Congreso estableció su propia comisión a fin de reabrir la investigación; en el reporte final, y a diferencia de la comisión Warren, sus miembros coinciden en apoyar la teoría de la “bala mágica”, es decir concluyen en que hubo un segundo tirador.

Luego, en 1992, fue aprobada la creación del “Assassination Records Review Board”, una junta de revisión de registros, y fue el presidente Clinton quien nombró a los 5 integrantes: historiadores y documentalistas presididos por John R. Tunheim, quien en aquel momento era abogado y desde 1995 es juez federal. Comenzaron a trabajar en abril de 1994, y el objetivo principal era investigar y dar a conocer públicamente toda la información, documentos y registros relacionados con la muerte de Kennedy.
En una entrevista exclusiva con el juez Tunheim, en Minneapolis, ciudad donde reside, nos detalló los puntos más destacados del informe que la junta le presentó durante tres horas en el salón Oval al presidente Clinton, en 1998.

El juez Tunheim aseguró que la junta tomó más de 27.000 decisiones y dio a conocer más de 4 millones de páginas de diversos documentos, que hasta ese momento eran confidenciales, entre ellos, las 85 fotos de la autopsia del presidente Kennedy. Estos documentos están a disposición del público en el archivo nacional.

Con respecto a su análisis, luego de haber visualizado la documentación en papel, audio e imágenes del asesinato, el Juez Tunheim está convencido de que fue el crimen organizado quien terminó con la vida del presidente en 1963. Concretamente porque hay evidencias que relacionan a Jack Ruby, el asesino del asesino de JFK, con gente que integraba la mafia. Según el magistrado estadounidense, las supuestas conspiraciones que comprometen a la Unión Soviética y a Fidel Castro carecen de fundamento y de pruebas.

No encontró ninguna conexión tampoco entre la CIA y el FBI, sin embargo, luego de cuatro años de examinar los registros, concluye en que ambos fueron culpables en varios aspectos: no desempeñar sus funciones adecuadamente antes y durante la tragedia, y posteriormente en el encubrimiento de información. Según Tunheim, era crucial que hubiesen identificado a Oswald como amenaza previamente al desfile presidencial, sabiendo que era un activo admirador de Cuba y de la Unión Soviética, donde había estado trabajando poco tiempo antes del asesinato, y sólo tenía un mes de antigüedad en su empleo, entre otras cuestiones. Considera entonces que Oswald fue un instrumento del crimen organizado. Y afirma, como la comisión Warren, que a pesar de todas las especulaciones, hubo un solo tirador.

De la misma manera, Tunheim sostiene que el Servicio Secreto también tuvo gran responsabilidad en la muerte de Kennedy por el pésimo ejercicio de sus tareas. “El día del asesinato fue el peor día en la historia del Servicio Secreto y muchas cosas cambiaron desde aquel día, casi todas las reglas. Nunca más un presidente apareció en público en una limusina descapotable, ni lo va a volver a hacer”, aseguró el juez, quien concluyó diciendo: “la falta de comunicación entre las fuerzas contribuyó en gran medida al magnicidio de John F. Kennedy”

Pasaron 48 años, distintas comisiones de investigación, y aunque hubo progresos, en el siglo XXI y con una tecnología absolutamente evolucionada, increíblemente el caso aún sigue sin poder… o sin querer resolverse.

observadorglobal.com

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