sábado, 15 de septiembre de 2012


El misterio del abrazo 

Los hay entre hombre y mujer; entre padre e hijo; entre amigos. Puede significar amor, pasión, contención, simplemente cariño, o compasión. Lo cierto es que el abrazo es necesario, nos hace bien. Y las preguntas surgen, inevitables: ¿es una simple trasmisión de emociones, en la que el contacto físico se impone, o es un complejo proceso químico que nos despierta diferentes sensaciones?  ¿Qué rol ocupa el otro? ¿Cómo percibimos, nosotros, su significado?  
“El abrazo es una conducta fraternal, de ternura o de amor, que activa la función del apego, además de inhibir la ansiedad social que produce la existencia de otro. El contacto de los cuerpos incrementa sentimientos agradables de cariño, pasión, alegría, altruismo o incita el deseo sexual”, explica el doctor Walter Ghedin, médico psiquiatra, psicoterauta y sexólogo.
¿Por qué los necesitamos?
Que los abrazos son fundamentales es indiscutible. Y lo son en todas las etapas de nuestra vida. Estudios científicos realizados con bebés y niños pequeños sostienen que la ausencia de contacto físico no solo genera la muerte de neuronas en sus cerebros sino que, también, impide la producción de una cantidad suficiente de hormona del crecimiento dando lugar a un problema que se conoce como “enanismo psicosocial”. Como si esto fuera poco, otras investigaciones recientes revelan que los cerebros de los bebés que no son acariciados son un 20% más pequeños que los de los que sí son cuidados con gestos afectuosos.
Pero a medida que los años pasan seguimos necesitándolos. Y, tal vez, aún más. “Se ha comprobado que durante el abrazo se liberan hormonas reductoras del estrés y potenciadoras de bienestar y placer. La oxitocina (conocida como “la hormona del amor”) tiene el beneficio de disminuir los niveles de cortisol (la hormona del estrés), por lo tanto, baja la ansiedad, relaja, atenúa las preocupaciones, disponiendo los cuerpos para el encuentro”, detalla Ghedin.
Además, “el abrazo libera también endorfinas, que son péptidos secretados por la hipófisis ante diferentes estímulos. Ellas son potentes analgésicos y potenciadores de los centros del placer.
Necesarios, esenciales en el encuentro con el otro, más allá de los procesos químicos y hormonales que desencadenan, los abrazos son transmisores de amor y afecto. Abrazá y dejate abrazar.  
Dr.Walter Ghedin
reedicion:entremujeres.com




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