viernes, 17 de agosto de 2012

PADRE MARIO PANTALEO (PADRE MARIO)

A 20 AÑOS DE SU MUERTE

"Tengo el poder de diagnosticar y curar porque Dios lo dispuso. Soy un brujito malandra que tiene a Dios de su lado" José Mario Pantaleo nació el 1º de agosto de 1915 en Pistoia, Florencia, Italia, hijo de Ida Melani y de Rafael Enrique Pantaleo.

Su familia decidió emigrar a la Argentina debido a la Primera Guerra Mundial, y fue así que se radicaron en Córdoba. El pequeño Mario fue internado en un colegio salesiano, y cuando su familia regresó al viejo continente lo dejaron allí para que siguiera su educación. Pasados unos años, el padre decidió la vuelta de Mario a Italia, y en 1931 ingresó en el seminario de Arezzo, siendo ordenado sacerdote en la Catedral de Mattera el 3 de diciembre de 1944. En 1948 se enteró de que se solicitaban sacerdotes que desearan viajar a la Argentina, y no dudó en volver a ese país que añoraba.
El Padre Mario se radicó definitivamente en la localidad de González Catán, donde creó dos fundaciones humanitarias, un colegio primario y secundario, un jardín de infantes, una escuela para discapacitados, un polideportivo, un centro de atención a mayores, un centro de capacitación laboral, una panadería y fábrica de pastas manejada por personas discapacitadas, un centro médico, una guardería para hijos de mujeres trabajadoras, una biblioteca con miles de títulos y un taller textil.
Pero lo que realmente destacó al Padre Mario fue su don de curar mediante la imposición de manos. Cientos de miles recurrieron a él a lo largo de décadas, incluídas personalidades famosas como el pintor Raúl Soldi, la empresaria Amalia Lacroze de Fortabat, el escritor Ernesto Sábato, el historiados Félix Luna, o los ex-Presidentes Arturo Frondizi y Carlos Menem, entre otros. Desde la madrugada podía verse cómo la gente se congregaba en las llamadas "Filas de la Esperanza" en González Catán (y dos veces por semana en el barrio de Floresta) para buscar alivio a sus enfermedades.
El Padre Mario tenía algunos problemas de salud, y cuando se le preguntaba por qué no se curaba a sí mismo, sonreía y contestaba que "cuando alguien recibe un don, es para darle a los demás, no para uno".
Si bien en sus inicios la policía y los médicos desconfiaban de las actividades del sacerdote, con el tiempo comprendieron que sólo buscaba ayudar. El comisario de la zona fue presionado para detenerlo, pero nunca lo hizo ya que su propio hijo había sido curado por el Padre Mario. Sin embargo, fue el clero el que nunca lo aceptó totalmente, y si pudo desarrollar su obra fue gracias a la comprensión de Monseñor Bufano y, a la muerte de éste, de Monseñor Meinvielle (ambos obispos de San Justo).
Un caso curioso ocurrió cuando una mujer se entrevistó con el Padre Mario y le entregó una fotografía de una amiga afectada por una grave enfermedad (era común que curara con sólo ver fotografías o tener en sus manos alguna prenda del enfermo). El sacerdote miró fijamente a la mujer y le reprochó que le llevara la fotografía de alguien que ya no estaba en este mundo. Profundamente conmovida, la mujer confesó que efectivamente la mujer había muerto hacía un tiempo y que su misión era tender una trampa al Padre Mario para desacreditar su obra.
El 19 de agosto de 1992, pocos días después de haber cumplido sus 77 años, José Mario Pantaleo murió en la Ciudad de Buenos Aires. Su velatorio en el predio de Gonzáles Catán se extendió por varios días, y se calcula que entre 15.000 y 20.000 personas acudieron a la capilla ardiente.

agenciaelvigia.com.ar

2 comentarios:

  1. conozco la fundación y el Mausoleo, todavía hoy, el Padre obra milagros.

    Cariños.

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  2. Si Adriana, yo tambien he concurrido y lo concreto es que la presencia del padre Mario se siente en forma permanente, por lo menos es eso lo que he sentido todo el tiempo. Gracias por tu comentario. Cariños

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