miércoles, 2 de marzo de 2011

COMO COMBATIR LOS MALEFICIOS......

El maleficio consciente y el maleficio inconsciente

El maleficio, embrujamiento o hechizo es el envenenamiento - o tentativa de envenenamiento - del astral de un ser por el odio o rencor de otro.
Hablar mal de un ausente, tratar de perjudicarle sin saberlo él, son maleficios verbales. Pensar que le ocurra alguna desgracia a un ser al que se cree demasiado feliz, es un maleficio mental.
A todo esto se le puede denominar el maleficio inconsciente.
Junto a éste existe el maleficio consciente, practicado por ignorantes o seres miserables que esperan sacar dinero del odio, que no saben la terrible responsabilidad en la que incurren y el mal que hacia ellos mismos se atraen. Viene a ser algo así como el desgraciado que ama con locura a una mujer y la mata por celos, para evitar que pertenezca a otro, privándose él mismo del objeto de su amor y haciéndose condenar a largos meses de cárcel.
Tal es la característica del maleficio: tratar de sembrar alrededor de seres felices la desgracia terrestre por medio del pensamiento o por la acción.
Siempre hemos pretendido que era muy difícil realizar en la Tierra un verdadero maleficio sobre seres que viven mas o menos normalmente su vida, puesto que en la Tierra somos todos nosotros débiles y pecadores.
He dicho ya que si el maleficio existiese hasta el punto en que se lo imaginan aquellos que obran en el mal, no habría en todo París un solo alguacil con vida.
El ser humano, incluso cumpliendo funciones repelentes como las de verdugo, pocero de pozos muertos o alguacil, representa cierto papel que debe ser desempeñado por alguien, y este papel tiene sus guardianes invisibles, así como a la vez cada uno de los seres humanos tiene también sus guardianes que impiden las acciones nocivas ocultas.
Aquel que practica el máximo bien, que solo tiene, diariamente, los doce o catorce accesos de egoísmos compatibles con la vida humana normal, aquel que tiene confianza en el invisible y en su constante ayuda, no tiene nada que temer de los hechiceros ni del maleficio.
Existen, sin embargo, muchos cerebros débiles, pecadores ciegos, reencarnados desventurados, muchos individuos que han pensado más de una vez en querer mal a sus vecinos, si pudieran llevarlo a cabo, y que no lo han hecho solamente por la ignorancia que de los medios adecuados tienen. Todos ellos han abierto la puerta al fluido de odio, y pueden ser el objeto de acciones nocivas ocultas.
Como sea que la justicia regular, iluminada por los médicos guardianes de la ciencia oficial, considera todo esto como perteneciente al campo de la alienación mental, y que ocho veces de cada diez la mujer sujeto o la mujer médium que percibe influencias ocultas está considerada como loca, los practicantes del maleficio están en excelentes condiciones y pueden ejercer su miserable industria con la parsimonia de un malhechor que posee un seguro refugio donde jamás los gendarmes podrán pillarle.
Nos ha parecido pues muy útil estudiar en detalle, no ya los medios para llevar a cabo el maleficio, lo cual seria como sembrar sombras en la luz, sino el medio de defenderse contra el mismo.

Higiene Mental

El hombre irradia a su alrededor ciertas fuerzas físicas, tales como el calor, la electricidad; irradia además ciertas fuerzas psíquicas, tales como las ondas vitales, generalmente conocidas bajo el nombre de “Magnetismo”.
Este hecho ha sido enseñado tres mil años antes de Jesucristo, en Egipto, donde se ve figurar la práctica del manejo de las fuerzas magnéticas, conocidas bajo el nombre de “Sa”.
El hombre, antes de irradiar a su alrededor cierta cantidad de fuerzas, las absorbe - no hablamos ahora del lado fisiológico de la cuestión, muy conocido por los médicos, sino del lado o aspecto psíquico que estos últimos no conocen todavía.
Así como un paisaje contemplado en estado de alegría o en estado de dolor y desespero, impresiona de modo muy diferente al espíritu, así mismo la irradiación de las fuerzas psíquicas y su absorción son diferentes, a tenor del estado mental del operador.
Ocurre, por ejemplo, lo que en dos vasos, uno de los cuales contiene veneno y el otro agua potable. Cualquier
líquido añadido al veneno quedará envenenado, y todo líquido añadido al agua sana será potable.
Un individuo rencoroso, envidioso, apegado a la cosas terrenales y ahíto de odio, es un generador de veneno psíquico; las fuerzas nocivas que cultiva están tanto en él como en las mismas fuerzas; y si se le quiere despojar de acciones psíquicas o de ideas de odio lanzadas contra él, será preciso ante todo limpiar o purificar el invisible de dicho ser, al igual que habría sido necesario limpiar el vaso conteniendo veneno, antes de poder servirse de él útilmente.
Los pitagóricos practicaban la purificación mental mediante el silencio, acompañado de un régimen físico del que estaba cuidadosamente excluido el astral de los animales.
En nuestros tiempos, hay que pedir a la persona que desea desembarazarse de malas ideas, o de malas influencias psíquicas - si dicha persona no fuera un enfermo cerebral -que se abstenga cuidadosamente, por lo menos durante doce días, de hablar mal de los ausentes, de pensar en ideas de envidia, y de vigilar atentamente el extenso campo de sus pensamientos, del mismo modo que se vigila la leche puesta a hervir en el fuego.
Ahí reside una higiene del mental que exigiría un estudio completamente especial, pero que solamente podemos indicar breve y rápidamente en estas páginas bastante elementales.

Incremento de las fuerzas espirituales
A la higiene mental, que no es más que un plano de reflexión y que no crea nada por sí mismo, hay que añadir la acción de principios espirituales.

1. La Plegaria

Aquí la plegaria tiene considerable influencia. Entendemos por plegaria, rezo u oración, todo acto espiritual que provoca realmente la influencia de las fuerzas de lo Alto. Para ser activa, la plegaria debe ser viva desde el punto de vista social; es decir, que rogar o rezar no consiste en pronunciar automáticamente palabras altisonantes, arrodillados; sino que es necesario esforzarse de todo corazón en perdonar a sus enemigos, pedir para ellos la luz, porque Dios, desde luego, posee el carácter de que ama por igual a nuestros enemigos y a nosotros mismos.
2. La Caridad

La plegaria no es viva mientras no vaya acompañada de un acto costoso y que vivifique al corazón. Si sois pobres, podéis ir a consolar a seres desesperados, a enfermos, a encarcelados, a mujeres de la vida; así concedéis un poco de vuestro tiempo - la única riqueza que poseéis - por lo demás. Si tenéis riquezas materiales, si socialmente estáis bien considerados, vosotros mismos tenéis que buscar a los desgraciados, huir de los profesionales de la mendicidad, que no son otra cosa que larvas humanas, y salvar a las familias miserables pagando sus alquileres atrasados o dando de comer a quienes les falta de lo necesario.
Tenéis que hacer esto vosotros mismos, y no a través de intermediarios, sin lo cual perdéis gran parte de las fuerzas espirituales que habríais adquirido de otra manera.

3. El Perdón

Aquel que se adiestra en el perdón de los enemigos, en la plegaria y en los actos que dinamizan sus principios superiores, permanece completamente al abrigo de todo maleficio; las tentativas de proyección de fuerzas astrales nocivas chocan contra su “aura” espiritual, al igual que el obús contra el puente de un acorazado, y todas las fuerzas vuelven hacia su punto de partida.
Así pues, cuando nos las tenemos con un ser desesperado, víctima realmente de fuerzas invisibles, es preciso ante todo proceder a la dispersión de las nocivas fuerzas psíquicas que están en derredor de este ser, tal como ya hemos dicho. Una vez hayamos hecho esto, podremos empezar la dinamización de las fuerzas astrales de las que nos ocuparemos a continuación.

PAPUS (Dr. Gerar Encause)

Recuerda
“Ante la falta de luz, la oscuridad reina”
Ponle luz a tu vida
_

No hay comentarios:

Publicar un comentario