Dr. Fernando Cabieses - Universidad Científica del Sur - Lima, Perú.
El viaje de Colón fue el detonante para desarrollar el contacto directo entre dos grandes sectores de la humanidad que habían permanecido totalmente separados durante varios miles de años. Durante ese largo período de indiferencia mutua, cada grupo humano desarrolló independientemente sistemas de adaptación, reacción inmunitaria, evolución patológica y reacción final o muerte ante diversos elementos patológicos (gérmenes, virus, enfermedades infecciosas, etc.) cuya reacción humana evolucionó en forma totalmente separada. De tal manera, que los individuos de cualquiera de los dos grupos presentaban características disímiles en su forma de cuidarse de las enfermedades que los habían acompañado durante todo ese largo periodo de separación.
En un resumen de este muy amplio tema sería imposible relatar, en detalle, la guerra de vida o muerte entre los invasores y los invadidos, lo que, naturalmente, produjolas más terribles epidemias mortales que formaron parte del resultado ulterior del viaje de Colón.
Si bien muchos aceptan que España contribuyó a civilizar a los pueblos nativos del Perú, un chispazo de humor negro nos recuerda que el Perú contribuyó a sifilizar a España y a todo el mundo. La sifilis se expandió, en forma muy virulenta, entre los pueblos europeos y africanos que no tenían defensas que los protegieran para defenderse de tan cruel germen.
Siguió el intercambio. Vino también desde Chipre, a través de los soldados españoles, la imparable epidemia del tifus que, con el nombre de "modorra", enfermó a muchos españoles pero mató a muchos indios aumentando en forma mágico-religiosa la presencia de nuevas enfermedades como castigo de Dios -decían los sacerdotes evangelizadores- por las características sobrevivientes de las idolatrías y supersticiones indígenas.
La fiebre amarilla fue otro de los crueles impactos que la invasión de europeos y africanos produjo en la población indígena. Este trágico enemigo, al igual que la malaria, vino acompañada de su mosquito transmisor que hizo el viaje van en las provisiones de agua que traían los bajeles españoles en su largo viaje intercontinental.
Podríamos seguir enumerando estos terribles intercambios patológicos que fueron el corolario inhumano del viaje de Colón y de los que lo siguieron. Afortunadamente, muchas de estas enfermedades importadas fueron prontamente controladas por la medicina indígena, un cuerpo de doctrina que siguió funcionando después de la invasión cristiana para controlar las terribles epidemias y fue precisamente la medicina peruana antigua la que, en el término de un siglo de muerte y depredación, logró controlar esta terrible enfermedad de la malaria mediante un árbol que todavía veneramos en nuestro Escudo Nacional y que fue también, a través de medicamentos naturales indígenas, como la quinina, el paico, el oje, la ipecacuana, y alrededor de 60 medicamentos naturales que invadieron la medicina Renacentista europea con la fuerza cultural de la medicina peruana que después, poco a poco, lentamente, ha sido siendo reemplazada por la alquimia evolucionada hacia la ciencia farmacéutica
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