miércoles, 26 de mayo de 2010

La Desilucion (y que hacer con ella..)



Nadie esta excento. Hasta el mas pintado.
Aunque estemos convencidos de que tomamos nuestras decisiones concientemente, no estamos a salvo de caer en la penosa experiencia de la desilusión.
Uno conoce a alguien, resulta encantador, vive el romance, hace planes, y al tiempo, descubre que lo que había visto en el otro eran espejismos, fantasías, oasis imaginarios en un desierto de roca aspera y gris...
Uno llega al final de una carrera universitaria con todas las expectativas de desarrollar la profesión de sus sueños y al tiempo, recibe la pesada revelacion de que ese trabajo soñado solo existe en las obras literarias del siglo XIX...
Un cambio de residencia -otra ciudad, otro país- que abría las promesas de un nuevo comienzo, resulta -al llegar- plagado de sombras escabrosas y códigos no compartidos, y la esperanza se derrumba sin remedio.
La desilusión es una experiencia natural en esta vida de permanente transformación.
Nuestros propios procesos de crear la realidad nos conducen a hacer tantos cambios revolucionarios en nosotros mismos, tanta transformacion, tanta limpieza, que cuando llegamos, resulta que el resultado no nos satisface...
Y es que la persona que inicialmente se propuso ese objetivo, ese proyecto, ya no existe...tanto ha trabajado para trascender concientemente sus miedos y sus autolimitaciones, que es ahora una persona completamente diferente.
No hay nada que llorar, nada que lamentarse.
Somos seres humanos y la desilusión es parte de este viaje.
Mi sugerencia es que la tomen, como una planta toma la decadencia de la flor. ¿Cómo es eso?
Me contaron mis Maestros que las flores tienen un espiritu individual, como un hada, que se vincula exclusivamente con esa flor. Cuando la flor decae y muere, ese espiritu es reabsorbido por la planta y su energia se canaliza en la construccion de una nueva flor.
Entiendo que con las desilusiones pasa algo parecido, y que la mejor receta es permitir que suceda, sentirla, reconocerla, nunca negarla, nunca culparnos por no mantener el rumbo si ya no lo sentimos así.
Aceptar que en nuestra evolucion, vamos transmutando nuestra personalidad, y con ella, nuestros sueños y aspiraciones.
Aceptar que a veces nos gusta imaginar oasis en los desiertos.
Aceptar que quizas es la unica manera de estimularnos a entrar en él y aprender lo que tenemos que aprender allí, como un anzuelo que nos tienta a probar.
No importa en principio si entendemos el propósito superior de esta experiencia en particular. Importa que mantengamos la certeza de que existe un propósito superior en ella aunque no lo veamos.
Y una vez que lo hacemos, permitir que esa energia de la ilusión, esa llamita en nuestro interior vuelva a florecer, en nuevos propósitos, en nuevas creaciones, en nuevos sueños, en nuevas esperanzas.
¿Nos volveremos a desilusionar? Quién sabe. Quizas si.
Pero en el camino, habremos aprendido el valor de la autenticidad y el ser honestos con nosotros mismos. Y que existe una sola manera de vivir una vida saludable: guiados por nuestro corazón, ese niño irracional e inconstante, contradictorio y valiente, pero mas real que ninguna otra cosa en el mundo.

Fuente de Informacion: Flavia Carrion
Imagen: Arjona

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