sábado, 8 de enero de 2011

Brujeria en el Medioevo



II.- ORÍGENES E HISTORIA DE LA BRUJERÍA.
La brujería es un tema presente tanto en la antigüedad, en el medioevo, como
en el renacimiento, y en el barroco, pero no podemos hablar de conjunto ya
que cada época impone su sello característico. En el siglo XV
aproximadamente ya se definirá el estereotipo de la bruja ligada a la maldad, a
la corrupción, teniendo como compañía al demonio. También en este siglo se
termina de configurar la idea de la secta de brujas, los ritos.
Dice Michelet : “La mujer nace hada. Por el retorno singular de la exaltación es
sibila. Por el amor, maga. Por su finura, su malicia, es bruja”. La historia
comienza donde la mujer bella, joven deja de serlo y se convierte en fea,
anciana y anticipadora de malos agüeros,

Cuando imaginamos en las brujas maléficas, malolientes y demoníacas de
nuestro siglo, las pensamos de igual modo para la edad media. La imagen
actual que tenemos de la bruja fue elaborada definitivamente en forma tardía.
Esta visión se configura alrededor de los siglos XV y XVI.
La visión que tenemos de la edad media es de una época oscura, conflictiva y
de una crisis continua. En la edad media la brujería y la demonología
alcanzarán nuevas dimensiones merced al espíritu de crisis que se estaba
viviendo. Esta repentina aparición del tema no tiene que ver con más cantidad
de brujas en el mundo sino con la crisis material y espiritual que se vivía. Se
buscan culpables y así se iniciará más tarde las persecuciones por parte de
católicos y protestantes.
Por otro lado el estudio de la brujería desemboca en la problemática
relacionada con la mujer. La bruja en contraposición con el mago – éste crea la
realidad – la maneja, se sirve de la realidad.
Sobre la teoría de la magia nos habla Caro Baroja y nos lleva a compararla con
cinco elementos. Distingue entre magia y nivel cultural, magia y teoría
antropológica,magia y religiones clásicas, magia y demonología, y magia y
cristiandad. Nos da las explicaciones referentes a la actitud de las diferentes
clases sociales antes la figura de los magos y la misma magia.
En cuanto a la teoría antropológica nos explica como se ha tomado la palabra
“Magia” en distintos pueblos europeos, desde la antigüedad. Hubo desde
siempre ciertas pasiones que han movido a los hombres a acercarse a lo
desconocido, a ciertas fuerzas naturales que satisfagan su deseo en forma
inmediata. Éstos hombres hacían entrega de una parte de su ser o de la
totalidad de éste. Estas potencias sobrenaturales a veces son malignas y otras
no.
Las bases del pensamiento mágico y del pensamiento religioso son muy
diferentes desde el comienzo. En cuanto a las religiones clásicas encontramos
el empleo de la palabra uayela que se emplea en griego para referirse a la actividad de los magos o a una tribu sacerdotal. La uayela es una forma de interactuar con lo sobrenatural.
El tema de la demonología Caro Baroja lo centra en la atención que algunos
teólogos musulmanes del medioevo empezaron a establecer con respecto a la
magia. Cita por ejemplo a Ibn H’azm (953-1064 d. de JC.), para él no hay
posibilidad de realidad en algunos de los actos que se le atribuyen al mago.
Tales como volar o caminar sobre las aguas. Estos hechos se los reserva
exclusivamente a los profetas.
Sin embargo, no se niega la magia, por ejemplo, de los talismanes o la magia
de los encantamientos, los cuales excitan ciertas energías naturales. Para Ibn
H’azm la magia no tiene nada de milagroso ni prodigioso. Dice que los magos
pueden producir apariencias y hacer falsos milagros pero ni siquiera les
atribuye cierta relación con el demonio.
En el ámbito de magia-cristiandad se habla de Santo Tomás y se considera
que para el teólogo medieval tenía en cuenta tres hechos importantes en el
problema de la magia, a saber
- La intervención de los demonios
- Las operaciones técnicas
- La naturaleza del hombre dispuesto a romper su relación con Dios.
Sabemos que el mago es el antisanto, el realizador de falsos milagros.

- CARACTERÍSTICAS DE LA BRUJERÍA EN LA EDAD MEDIA

A finales de la Edad Media empezó a configurarse una nueva imagen de la
bruja, que tiene su principal origen en la asociación de la brujería con el culto al
Diablo (demoniolatría) y, por lo tanto, con la idolatría (adoración de dioses
falsos) y la herejía (desviación de la ortodoxia).
Sin embargo, el primer proceso por brujería en que están documentadas
acusaciones de asociación con el Diablo tuvo lugar en Kilkenny, Irlanda, en
1324-1325, solo hacia 1420-1430 puede considerarse consolidado el nuevo
concepto de brujería. Existen variantes regionales, pero pueden ser descritas
una serie de características básicas, reiteradas tanto en las actas de los juicios
como en la abundante literatura culta sobre el tema que se escribió en Europa
durante los siglos XV, XVI y XVII.
Las principales características de la bruja, según los teóricos del tema, eran las
siguientes:
1. el vuelo en palos, animales, demonios o con ayuda de ungüentos,
2. encuentros nocturnos con el Diablo y otras brujas en el sabbat o
aquelarre,
3. pactos con el Diablo,
4. sexo con demonios (en forma de íncubos y súcubos)
5. la magia negra.
Esta idea de la brujería, predominante en la Edad Moderna y base de las cazas
de brujas, era alarmante en la época, ya que se extendió la idea de que las
brujas conspiraban para extender el poder del Diablo. La caracterización
negativa de las brujas comparte algunas características con el antisemitismo
(expresiones como «Synagoga Satanae», Sinagoga de Satanás, o «sabbat»,
para designar las reuniones nocturnas de las brujas), y tiene un fuerte carácter
misógino. Aunque no todos los sospechosos de brujería eran mujeres (hubo un significativo porcentaje de hombres procesados y ejecutados por delitos de brujería), se consideraba a
la mujer más inclinada al pecado, más receptiva a la influencia del Demonio, y, por tanto, más proclive a convertirse en bruja.
La definición de la brujería como adoración al Diablo se difundió por toda Europa mediante una serie de tratados de demonología y manuales para inquisidores que se publicaron desde finales del siglo XV hasta avanzado el siglo XVII.
El primero en alcanzar gran repercusión, gracias a la reciente invención de la imprenta, fue el Malleus Maleficarum ("Martillo de las brujas", en latín), un tratado filosófico-escolástico desapasionado y racional publicado en 1486 por dos inquisidores dominicos, Heinrich Kram(Henricus Institoris, en latín) y Jacob Sprenger. El libro no solo afirmaba la realidad de la
existencia de las brujas, conforme a la imagen antes mencionada, sino que
afirmaba que no creer en brujas era un delito equivalente a la herejía: «Hairesis
maxima est opera maleficarum non credere» (La mayor herejía es no creer en
la obra de las brujas).
Tanto el Malleus como otros muchos libros que se publicaron en la época,
constituyeron el fundamento de la caza de brujas que se dio en toda Europa
durante la Edad Moderna, especialmente en los siglos XVI y XVII, y que causó
la muerte, según los cálculos más fidedignos, de unas 60.000 personas

Pacto con el Diablo

Se atribuía a los acusados de brujería un pacto con el Diablo. Se creía que al concluir el pacto, el Diablo marcaba el cuerpo de la bruja, y que una inspección detenida del mismo podía permitir su identificación como hechicera. Mediante el pacto, la bruja se comprometían a rendir culto al Diablo a cambio de la adquisición de algunos poderes
sobrenaturales. Entre estos poderes estaba, lógicamente, la capacidad de causar
maleficios de diferentes tipos, que podían afectar tanto a las personas
como a elementos de la naturaleza;
en numerosas ocasiones, junto a estos supuestos poderes se consideraba
también a las brujas capaces de volar (en palos, animales, demonios o con
ayuda de ungüentos), e incluso el de transformarse en animales
(preferentemente lobos)

El aquelarre.

Se creía que las brujas celebraban reuniones nocturnas en las que adoraban al
Demonio. Estas reuniones reciben diversos nombres en la época, aunque
predominan dos: sabbat y aquelarre. La primera de estas denominaciones es
casi con seguridad una referencia antisemita, cuya razón de ser es la analogía
entre los ritos y crímenes atribuidos a las brujas y los que según tradición
popular cometían los judíos. La palabra aquelarre, en cambio, procede del
euskera aker (macho cabrío) y larre (campo), en referencia al lugar en que se
practicaban dichas reuniones.
Según se creía, en los aquelarres se realizaban ritos que suponían una inversión sacrílega de los
cristianos. Entre ellos estaban, por ejemplo, la recitación del Credo al revés, la consagración de una hostia negra, que podía estar hecha de diferentes sustancias, o la bendición con hisopo negro.
Además, casi todos los documentos de la época hacen referencia a opíparos
banquetes (con frecuencia también a la antropofagia) y a una gran
promiscuidad sexual. Una acusación muy común era la del infanticidio, o los
sacrificios humanos en general.
La principal finalidad de los aquelarres era, sin embargo, siempre según lo
considerado cierto en la época, la adoración colectiva del Diablo quien se
personaba en las reuniones en forma humana o animal (macho cabrío, gato
negro, etc). El ritual que simbolizaba esta adoración consistía generalmente en
besar el ano del Diablo (osculum infame). En estas reuniones, el Diablo
imponía también supuestamente su marca a las brujas, y les proporcionaba
drogas mágicas para realizar sus hechizos.
Se creía que los aquelarres se celebraban en lugares apartados, generalmente
en zonas boscosas. Algunos de los más célebres escenarios de aquelarres
fueron las cuevas de Zugarramurdi (Navarra) y Las Güixas (cerca de Villanúa
de Jaca, en la provincia de Huesca) en España, el monte Brocken (mencionado
en el Fausto de Goethe), en Alemania, Carnac en Francia; el nogal de
Benevento y el paso de Tonale, en Italia. Se creía también que algunos
aquelarres se celebraban en lugares muy lejanos de la residencia de las
supuestas brujas, que debían por tanto hacer uso de sus poderes
sobrenaturales para desplazarse volando: por ejemplo, se acusó a algunas
brujas del País Vasco francés de asistir a aquelarres en Terranova.
Algunas fechas se consideraban también especialmente propicias para la
celebración de aquelarres, aunque varían según las regiones. Una de ellas era
la noche del 30 de abril al 1 de mayo, conocida como noche de Walpurgis.

El vuelo.

Se atribuía a las brujas la capacidad de desplazarse volando a los aquelarres.
Esta creencia se remonta, al menos, a la Antigüedad clásica, aunque a menudo
fue vista con escepticismo (por ejemplo, en el Canon episcopi se afirma la
absoluta falsedad de esta idea). Los procedimientos empleados para volar
varían según los diferentes testimonios: en el Canon episcopi, por ejemplo, se
hace referencia a la creencia de que las brujas se desplazaban en animales
voladores. Sin embargo, el medio de locomoción más frecuente, y que como tal
ha perdurado en la imagen actual de la bruja, es la escoba.
El simbolismo de la escoba se ha interpretado de diversas formas. Para
algunos autores se trata de un símbolo fálico, lo que se relacionaría con la
supuesta promiscuidad sexual de las brujas. Otras teorías mencionan que la
escoba pudo haber sido utilizada para administrarse determinadas drogas
En cualquier caso, llama la atención el tratarse de un objeto en la época casi
relacionado casi exclusivamente con la mujer.
Con respecto a los vuelos de las brujas, las opiniones de los teólogos de la
época estuvieron muy divididas. Para algunos, tenían lugar físicamente, en
tanto que otros consideraban que se trataba de ensueños inducidos por el
Diablo. Modernamente se han relacionado con el consumo de ciertas drogas
conocidas en la Europa rural, tales como el beleño, la belladona y el
estramonio.
Referente a la forma de vuelo que se les atribuía en el resto del mundo, en el
caso de Chile destaca la creencia de que el brujo chilote cuenta con un
"macuñ" (del mapudungun makuñ: "manto"o "chaleco") hecho con la piel del
pecho de un cadaver humano. Igualmente en este país y en Argentina se les
atribuía la capacidad del vuelo transformados en aves de "mal agüero" (mala
suerte), ejemplo de ello es la leyenda de la Voladora.
La metamorfosis.
Todas las culturas tienen entre las atribuciones de las capacidades de magos,
brujas o hechiceros las de transformarse en animales. Aunque la cultura
popular del norte de Europa atribuye a las brujas la transformación preferente en un gato negro.
Referente a la metamorfosis que se les atribuía en el resto del mundo, en el caso de sudamérica, en la tradición de Chile y algunas zonas de Argentina, La transformación de
las brujas es principalmente en aves, aunque también se menciona la transformación en otros animales; destacando un tipo de bruja o brujo (al igual que los Calcu en la tradición Mapuche), que se le atribuye la capacidad de transformarse en un mítico pájaro conocido como Chonchón.

- PRINCIPALES CONJUROS DE LAS BRUJAS DE LA EDAD MEDIA.

En la evolución que se ha planteado de la brujería, vemos que no siempre
tenemos la idea correcta acerca de la apariencia de esas brujas que rondaban
la España del medioevo. No siempre la bruja vivía aislada, sino que se movía
en la sociedad, determinándose con un rol social. Generalmente tampoco era
esa anciana fea que imaginamos sino que la mayoría de las veces eran
muchachas jóvenes que vivían en las ciudades.
La palabra bruja deriva de las lenguas romances, formada por el término bruxa,
derivado de bruixa, tal vez comparta la misma raíz que la palabra druida. Esta
bruja se dedicaba a realizar conjuros o hechizos, ya sea para provecho propio
o ajeno esa anciana fea que imaginamos la mayoría de las veces eran
muchachas jóvenes que vivían en las ciudades.

Son innumerables los temas tratados en estos hechizos pero se
sintetizará con tres principales:

1. Los conjuros de salud y bienestar:
2.- Los conjuros de amor:
3.- Los conjuros de dolores y enfermedades:

LA CAZA DE BRUJAS:

Entre los siglos XV y XVIII se dio una persecución particularmente intensa de la
brujería, conocida como caza de brujas. Esta persecución afectó a la práctica
totalidad del territorio europeo, si bien fue particularmente intensa en
Centroeuropa, en los estados semiindependientes bajo la autoridad nominal del
Sacro Imperio Romano Germánico, y en la Confederación Helvética. Los estudiosos actuales del tema dan una cifra aproximada de 110.000 procesos y
60.000 ejecuciones, a pesar de que cálculos anteriores arrojaban cifras mucho
más elevadas.
La caza de brujas tiene su origen en la Inquisición, tribunal creado por el Papado para
perseguir la herejía, pero que a partir del siglo XIV comenzó a prestar atención al fenómeno de
la brujería. La principal acusación contra las brujas era la de demonolatría, o adoración del
Diablo, concretada ya en una obra clásica sobre el tema, el Malleus maleficarum ("Martillo de
brujas"), manual para uso de inquisidores publicado en 1486 por los monjes dominicos
Heinrich Kramer y Johann Sprenger, según los cuales negar la existencia de las brujas equivalía a hacerse sospechoso de herejía.
Entre los siglos XVI y XVIII aparecieron numerosas obras de eclesiásticos y juristas acerca de este tema.
Contra lo que suele creerse, sin embargo, la mayor parte de lo s procesos por
brujería los llevaron a cabo tribunales civiles, y la Inquisición solo tuvo un papel
preponderante en los primeros años de la caza de brujas. Los procesos
tuvieron lugar por igual en países católicos y protestantes.
En los territorios de religión ortodoxa, en cambio, las cazas fueron de intensidad mucho menor.
Durante estos procesos, se aplicó con frecuencia la tortura para obtener
confesiones, por lo cual los investigadores actuales suelen manifestar cierto
esceptimisto acerca de lo manifestado en los juicios por brujería.
Algunos procesos por brujería se han hecho especialmente célebres; como el
de las brujas de Salem, en los actuales Estados Unidos, tema de una célebre
obra del dramaturgo Arthur Miller, publicada en 1953, que popularizó la
expresión "caza de brujas" en relación con la Comisión de Actividades
Antiamericanas del senador Joseph McCarthy. Desde entonces, la expresión
"caza de brujas" se aplica metafóricamente a cualquier persecución de tipo
ideológico
En definitiva, toda la fantasía del medioevo tuvo importancia tanto en la vida
diaria como en escritos, en temas eclesiásticos, en la literatura de la época y
siguió vigente hasta siglos posteriores, llegando a nuestros días, y
convirtiéndose en un tema de interés para investigar y conocer lo verdadero de
su historia.
valdepero

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