En su tránsito por los cielos alrededor del Sol, el planeta Neptuno ingresa hoy en el Signo del que es Regente, Piscis. Buenos augurios para los piscianos.
Este acontecimiento, que se verifica una vez cada 150 años, y que se prolongará hasta el año 2025, tiene un significado simbólico estupendo.
Para nuestro planeta azul, implica la oportunidad para disolver todas aquellas formas que restringen, tapan, o se oponen de alguna manera a la manifestación de la energía más abundante del actual Sistema Solar: el Amor (que es razón pura y no emoción, si recordamos la más brillante metáfora de la mitología griega de Afrodita/Venus, la diosa griega del amor, hija de Urano y Neptuno).
Para la humanidad toda representa la oportunidad para aceptar la hipótesis del nacimiento de una nueva civilización fundada en el paradigma “Ama a tu prójimo como a ti mismo”, en lugar de la maldición vigente en la Civilización Occidental Globalizada: “Ganarás el pan con el sudor de tu frente…, parirás con dolor…” o el fin de las guerras como ideal realizable.
Para cada nación del mundo genera la oportunidad para finalizar los sistemas de exclusión económica y reconocer, por medio del principio de Unidad en la Diversidad , la esencial divinidad de cada individuo nacido humano en la Tierra , terminando también con el temor a la muerte como obsoleto paradigma teológico de la civilización que está muriendo, y comenzar a aplicar la esencial hermandad y su manifestación: la inclusividad como el paradigma de lo nuevo.
Para cada relación humana, Neptuno en Piscis posibilita el reconocimiento de que ninguna de las relaciones que conocemos está basada en el Amor verdadero, permitiendo comprender las palabras del Nuevo Testamento: “No habrá peor enemigo para un hombre que los miembros de su propia familia” (biológica y social). Tendremos que inventar, nombrar, generar y sostener nuevas relaciones de alta calidad, basadas en el nuevo canon del Amor Universal.
Para cada individuo el tránsito de Neptuno facilitará el reconocimiento de que el diseño humano es para ser feliz, según la sabiduría del Buda (que no comprenden sus seguidores más conspicuos), y que la Vida conspira constantemente para que cada uno de nosotros manifieste esa felicidad en la vida cotidiana, aprendiendo a elegir sólo aquellas cosas que nos gusten de corazón. No traicionarnos nunca más.
El único problema con este acontecimiento radica en que puede aumentar la confusión, derivada del incremento de la Gran Ilusión. La manera más práctica de disipar la Gran ilusión consiste en conectarnos con el Amor-Sabiduría del Alma, que está en nosotros desde que nacemos, formando parte de la integridad de nuestro diseño. Pero muchos seguimos buscando afuera… todavía.
www.sidereh.com.ar /Universidad Nacional del Alma
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