martes, 25 de octubre de 2011

Civilizaciones Antiguas- 10 misterios olmecas

Los Olmecas

No se sabe su origen ni la causa de su desaparición. Tampoco cómo tallaron y transportaron las enormes cabezas de rasgos negroides que se han encontrado en su territorio. Desconocemos también por qué cavaron zanjas pavimentadas con piedras semipreciosas o para qué utilizaron espejos cóncavos. La civilización olmeca sigue estando plagada de misterios, alimentados, además, por recientes investigaciones que han sacado a la luz los increíbles conocimientos técnicos que poseía esta cultura.

En 1958 se descubrió petróleo en La Venta, un enclave situado en el actual estado mexicano de Tabasco. Esto no tendría nada de particular si no fuera porque allí se encuentra uno de los principales yacimientos de la cultura olmeca. Fue Carlos Pellicer Cámara,conocido como “el poeta de América”, quien, al ver el desastre ocasionado por los trabajos de perforación de la compañía petrolífera PEMEX (Petróleos Mexicanos), convenció a los políticos de Tabasco de que los descubrimientos arqueológicos realizados hasta ese momento, incluidas tres cabezas gigantescas, se debían trasladar a un parque situado a las afueras de Villahermosa. Diez años después el arqueólogo de la Universidad de Yale (EE.UU.) Michael D. Coe seguía denunciando la situación de la zona en estos términos: “Una refinería lanza nubes de humo, una pista de aterrizaje corta en dos el sitio arqueológico... La Venta se ha convertido en víctima del petróleo que se encuentra bajo su superficie, y se ahoga en su sangre negra”. Pellicer y Coe denunciaron la dramática situación. Menos mal, porque no es mucho lo que nos queda de los olmecas, una cultura milenaria que surgió en el Golfo de México hacia el año 1500 a.C. y que fue la primera en marcar la pauta en muchas cosas. Los olmecas crearon el primer sistema de numeración a base de puntos y barras, efectuaron las primeras dataciones con su calendario de cuenta larga e inventaron el juego de pelota. También se adelantaron en la construcción de centros ceremoniales y fueron los primeros en orientar sus edificios en función de los puntos celestes.
Expertos en terraplenes, excavadores de complejas zanjas, usuarios de espejos, descubridores de la brújula, creadores de la primera escritura glífica mesoamericana... ¿Pero quiénes fueron realmente los olmecas? Es difícil responder a esta pregunta, aunque cada año sabemos más sobre esta extraña y prodigiosa cultura. Sus conocimientos técnicos resultan tan sorprendentes que han desatado la imaginación de investigadores heterodoxos como Zecharia Sitchin (MÁS ALLÁ, 164) o el doctor Óscar Padilla Lara para quien “la única explicación razonable para comprender el desarrollo cultural y tecnológico de los olmecas, que después heredarían los mayas, los aztecas y las demás culturas mesoamericanas, es el contacto con alguna civilización extraterrestre”. Sin llegar a estos extremos, vamos a exponer el top ten de los misterios olmecas, diez enigmas que han dado y seguirán dando mucho que hablar.

EL INCIERTO ORIGEN DEL "PUEBLO DE GOMA"
El origen de esta cultura es un enigma. Uno de tantos. Los olmecas aparecieron de súbito sin que existiera un período anterior de avances graduales. Lo curioso es que no sabemos cómo se denominaban a sí mismos. Fueron llamados olmecas (que significa “el pueblo de goma” o “gente de caucho”) por los aztecas debido a que la zona costera del Golfo de México en la que vivían era famosa por sus árboles de goma o de caucho. También se les denomina tenocelome (“hombres con boca de jaguar” u “hombres jaguar”) por ser éste su animal totémico. La teoría oficial dice que tal vez fueron los supervivientes de un naufragio procedente de alguna isla del Atlántico. Sitchin cree que llegaron de África y de Sumeria cruzando los mares y Mike Xu, profesor de estudios chinos, opina que eran chinos. Su zona geográfica de influencia inicial fue el triángulo comprendido entre La Venta, Tres Zapotes y San Lorenzo. Después se extendieron hacia el sur del continente, ya que se han encontrado restos de esta cultura en Monte Albán (estado de Oaxaca). Todos estos datos son circunstanciales, pero si en algo están de acuerdo los historiadores es en considerar la civilización olmeca la madre de las culturas de Centroamérica.

LAS CABEZAS OLMECAS
Esculpidas con una increíble habilidad y con herramientas desconocidas, ninguna de las 17 cabezas olmecas de piedra basáltica encontradas hasta el momento tiene un rostro igual al de otra. Respecto a lo que representan, se ha especulado sobre la posibilidad de que sean retratos de jefes olmecas o de jugadores de pelota. El primero que descubrió una de estas enormes cabezas fue José María Melgar Serrano. Sucedió en 1862 en la localidad de Tres Zapotes (estado de Veracruz). Describió así su hallazgo en un informe de 1869: “En tanto que obra de arte es, sin exageración, una escultura magnífica. Pero lo que más me ha asombrado es el tipo etíope que representa. He pensado que sin duda ha habido negros en este país. Y ello en las primeras edades del mundo”. Era la primera vez que se sugería el origen o la influencia africana en la cultura olmeca.
Esa primera cabeza estuvo considerada una rareza hasta 1925. Ese año un equipo de arqueólogos de la Universidad de Tula dirigido por Franz Blom encontró en La Venta otra cabeza de 2,5 m de altura y 24 toneladas de peso. También representaba a un individuo negroide, tocado con un casco o yelmo y con los lóbulos de las orejas traspasados por unos aretes. Entonces se despejó la duda: esos rostros no eran de pueblos indígenas conocidos en la zona. Cada nueva cabeza encontrada era siempre distinta, con una cara y un yelmo diferentes. En el asentamiento de San Lorenzo (Veracruz), a unos 100 km de distancia de La Venta, diversas expediciones hallaron cinco cabezas más del mismo tipo en la década de 1940. Algunas pesaban hasta 30 toneladas. Los análisis efectuados a algunas de estas piezas mediante el método del carbono 14 las dataron en torno al año 1200 a.C. Pero hace 3.000 años no existían africanos negros en el Nuevo Mundo, pues, salvo algunas excepciones caribeñas, la gente de esa raza no llegó al continente americano hasta que se inició el comercio de esclavos, después de la Conquista. A la habilidad de tallar y manipular los pesados bloques de piedra para convertirlos en ciclópeas cabezas hay que añadir la dificultad de transportarlos por tierra y agua a lo largo de unos 100 km desde las montañas de Tuxtla. La última cabeza se descubrió, también en San Lorenzo, el 3 de mayo de 1994 gracias a las investigaciones realizadas por la arqueóloga Ann Cyphers. Por tanto, llevamos ya trece años sin que aparezca alguna nueva, la que sería la número 18, que debe dormir en alguno de los tres yacimientos principales. Recordemos que en San Lorenzo se han hallado 10, en La Venta, 4 y en Tres Zapotes, 3. De momento.

Para muchos historiadores, las cabezas olmecas representan a sacerdotes, líderes o jugadores de pelota con sus respectivos cascos de protección. Los olmecas fueron los primeros en establecer las reglas de un juego que era mucho más que una mera diversión. Con él se recreaba el Universo: la pelota representaba el Sol; la cancha, el Cosmos, y los jugadores, seres mitológicos o animales tótem como el jaguar y el águila. Más tarde las culturas maya y azteca siguieron practicando este juego con tanta asiduidad que se han encontrado en Centroamérica unas 2.500 canchas de juego de pelota. En 1995 se localizó en Chiapas la que hasta el momento es la cancha de tierra más antigua de este juego, datada entre los años 1400 y 1250 a.C. No está claro que en la época olmeca el juego terminara con un sacrificio humano. Sin embargo, para algunos arqueólogos es posible que las cabezas colosales representen a jugadores de pelota decapitados.

LA ORIENTACIÓN DE LOS TEMPLOS
Existen unos 50 yacimientos olmecas y en todos ellos, además de edificios de piedra y obras de arte monumentales, se han encontrado montículos y rastros de grandes movimientos de tierra artificiales y bien planeados. Se calcula que en La Venta se transportaron 10 millones de toneladas de tierra para confeccionar las plataformas donde luego irían asentados los templos.
También se han hallado embalses interconectados por un sistema de conducciones subterráneas. El arqueólogo Michael D. Coe exploró el yacimiento de San Lorenzo en 1966 y encontró más de 20 embalses artificiales unidos por un sofisticado sistema de conductos revestidos de basalto. El canal principal de drenaje se extendía de Este a Oeste y de él partían tres canales subsidiarios. Los especialistas no han llegado a explicarse el propósito de este elaborado sistema de embalses y canales. Para colmo, el emplazamiento de La Venta está orientado según un eje Norte-Sur que presenta una desviación de 8 grados hacia el Oeste en relación al Norte real. No se trata de un error, sino de una orientación deliberada que permite realizar observaciones astronómicas desde lo alto de una pirámide cónica (la primera pirámide de América) de 30 m de altura y 60 m de diámetro confeccionada con arcilla y cubierta de hierba. Todo indica que, en lo que respecta a la orientación de sus templos, los olmecas también se anticiparon a las civilizaciones tolteca, maya y azteca.

LA PRIMERA BRÚJULA
Ahora ya sabemos que esa desviación de 8 grados se debe a que los templos olmecas señalaban el Norte magnético (y no el geográfico) de la época en la que fueron construidos. Fue en 1973 cuando Michael Coe descubrió en San Lorenzo una piedra plana y delgada imantada que pronto envió a la Universidad de Michigan (EE.UU.) para que fuera analizada. Se determinó que era una barrita de hematita de 3,5 cm de longitud que, al ser depositada sobre un corcho flotando en agua o en mercurio, orientaba su eje hacia el Norte magnético con una pequeña desviación hacia el Oeste. Era una brújula olmeca. Se le calculó una antigüedad de 3.000 años, con lo que en este caso –y sin que sirva de precedente– los olmecas se adelantaron a los chinos en unos 1.000 años. Algo sorprendente. El geofísico estadounidense Sheldon Breiner, en cuyo currículo se encuentra el hallazgo de dos cabezas olmecas, sugirió entonces que este pueblo había construido sus edificios orientados hacia el Norte magnético tal como se encontraba hace 3.000 años, pues éste, a diferencia del Norte geográfico, que siempre es el mismo, se ha ido desplazando ligeramente con el paso de los siglos. La pista de esa primitiva brújula olmeca fue muy útil para los nuevos estudios sobre astroarqueología. Así, en el año 2003, una expedición encabezada por los geodestas Frantisek Vítek y Jaroslav Klokocník, del Instituto Astronómico de la República Checa, comprobó la hipótesis del científico estadounidense R. H. Fuson según la cual las antiguas civilizaciones mexicanas orientaban sus construcciones hacia el Polo Norte magnético. Teotihuacán, Palenque, Monte Albán, Chichén Itzá o Dzibilchaltún fueron algunas de las localidades que figuraban en el programa de la expedición. Sus conclusiones, dadas a conocer en 2004, no dejaban lugar a dudas: los olmecas y los mayas conocían la brújula y la usaron para orientar la construcción de muchos de sus edificios de acuerdo con los polos magnéticos de la Tierra y recordar así las fechas significativas de sus calendarios.

LAS ZANJAS DE JADE
El jade representa simbólicamente el mundo subterráneo, que era asociado por los olmecas al mundo de los muertos. En la metrópolis de La Venta aparecieron cientos de objetos de jade artísticamente grabados. Se encontraron enterrados, todos juntos, en largas y profundas zanjas que habían sido rellenadas con varias capas de arcilla de diferente calidad y color. Es decir, se había depositado allí miles de toneladas de tierra arcillosa traída desde distintos y alejados lugares. Pero lo más increíble es que el fondo de esas zanjas estaba pavimentado con millares de baldosas de serpentina, una piedra semipreciosa de color verde azulado. No se sabe el motivo de todo este proceso. Al parecer, los olmecas enterraban a sus muertos en cuartos rectangulares con 12 columnas en cada pared y con un suelo de mosaico que representaba caras de jaguar. Colocaban también figurillas y hachas de jade recubiertas con arcilla amarilla y situaban cerca de la tumba un pequeño tubo vertical por el que, según creían, salía el alma del difunto. Los objetos de jade olmecas son verdaderas obras de arte, los mejores de todas las culturas prehispánicas, y poseen un pulido tan perfecto que rivaliza con el jade chino.


En el sitio arqueológico de La Venta, las zanjas con objetos de jade depararon una nueva sorpresa a los investigadores. En el interior de las mismas habían sido depositados unos curiosos y sofisticados espejos cóncavos que estaban confeccionados con mineral de hierro cristalizado y presentaban una curvatura y un pulimento perfectos, lo que pone de relieve unos avanzados conocimientos ópticos. Los investigadores de la Smithsonian Institution, ubicada en Washington (EE.UU.), creen que estos espejos podrían haber sido utilizados para condensar y dirigir los rayos solares hacia un punto determinado con el objetivo de encender fuego o bien con fines rituales. Varios de estos espejos de hematita, magnetita y obsidiana, que reflejan perfectamente el rostro humano, se encuentran en la actualidad en el Museo Nacional de Antropología de México D.F. Asimismo, en una tumba de Chalcatzingo apareció una curiosa figura femenina (en la foto) que tenía un espejo de hematita sobre el pecho.

JUGUETES INFANTILES QUE HACEN PENSAR
Es tan poco lo que sabemos de los olmecas que cualquier dato aporta una portentosa luz sobre esta misteriosa civilización. Las condiciones de humedad que caracterizan al Golfo de México han impedido que llegue a nosotros un solo esqueleto o un triste hueso de algún representante de esta cultura. No sabemos apenas nada de su organización social, de sus ceremonias, de sus dioses, de sus creencias, de su lengua... pero, en cambio, sí sabemos algunas cosas de sus hobbies. Tanto en las estelas de piedra como en las figuras de jade se muestra a los olmecas como individuos de constitución musculosa, representados como participantes en el juego de pelota (relieves de El Tajín) o con niños recién nacidos en sus brazos. Al excavar el yacimiento de Tres Zapotes en 1939, el arqueólogo estadounidense Matthew Stirling encontró varias estelas, una cabeza gigantesca y unos extraños juguetes infantiles, entre ellos unos animales con forma de perritos dotados de ruedas, lo que supuso un nuevo mazazo para quienes sostenían que la rueda no se utilizó en Centroamérica hasta los tiempos de la Conquista. Es de suponer que los olmecas y los mayas (que fabricaron juguetes de similares características) utilizaban también la rueda para menesteres menos infantiles. En el Museo de Antropología de Xalapa se puede ver asimismo otro curioso juguete que representa a un elefante de arcilla, animal que no existe en América, así que quien lo diseñó tuvo que haber observado a estos paquidermos hace más de 2.000 años en algún lugar como, por ejemplo, África.

EL TEXTO MÁS ANTIGUO DEL NUEVO MUNDO
Hasta hace muy poco tiempo muchos se negaban a dar el calificativo de civilización a los olmecas porque carecían de un sistema de escritura. Sin embargo, esto ha cambiado recientemente. En septiembre de 2006 la revista Science publicó un artículo en el que se demostraba que el texto más antiguo de América es olmeca. Un grupo de arqueólogos mexicanos identificó lo que parece ser el sistema de escritura más antiguo de toda América: una losa de piedra, bautizada como “bloque de Cascajal”, que fue descubierta accidentalmente en 1999 en el sur del estado mexicano de Veracruz, a las afueras de San Lorenzo. Pesa unos 12 kg y mide 36 cm de largo por 21 cm de ancho, con 13 cm de espesor. El texto que contiene está compuesto por 62 símbolos, algunos de los cuales se repiten hasta cuatro veces. Se trata de uno de esos raros hallazgos que cambian la historia. El bloque de piedra, tallado en un tipo especial de roca, ha sido datado hacia el año 900 a.C., es decir, es unos 400 años anterior a los que hasta entonces estaban considerados los registros más antiguos de escritura. El texto empieza con la imagen de una abeja “que fue domesticada por los olmecas” y que sigue existiendo en Veracruz, según explicó Mª del Carmen Rodríguez Martínez, investigadora del Instituto Nacional de Antropología de México (INAH). Aparentemente, esta abeja era sagrada para los olmecas porque el insecto abre secuencias de escritura, y se repite en tres ocasiones. Uno de los autores del estudio, Stephen Houston, de la Universidad Brown (EE.UU.), destacó que puede ser el comienzo de una nueva era de estudio de la civilización olmeca. El texto se ajusta a todas las características de la escritura porque tiene elementos diferenciados, secuencias, patrones y un orden consistente de lectura. Es una nueva y profunda evidencia de que los olmecas tenían escritura. La inscripción no ha podido ser descifrada por el momento, pero los científicos creen que puede ser una especie de “piedra Roseta” que abrirá las puertas a nuevos y sorprendentes descubrimientos.

UNA TRÁGICA DESAPARICIÓN
De nada les sirvió a los olmecas ser una de las culturas más avanzadas de su tiempo. También ellos desaparecieron en las brumas de la historia cuando, al inicio de la era cristiana, abandonaron paulatinamente, y sin razón aparente, sus emplazamientos. Quienes se instalaron después en aquellos asentamientos actuaron con espíritu vengativo: derribaron las esculturas olmecas de sus bases y arrojaron colina abajo las cabezas gigantescas para que se hundieran en los marjales. Parece que los asentamientos olmecas fueron abandonados de manera gradual: los primeros, sobre el año 300 a.C. y, posteriormente, en el siglo I, los más meridionales. El emplazamiento arqueológico de Monte Albán, situado en la costa del Pacífico, alberga algunas pistas sobre el fin de esta civilización. Allí se han localizado, empotradas en un muro conmemorativo, decenas de losas que llevan grabadas imágenes de individuos negroides, a los que alegremente se dio el nombre de “danzantes” por las posturas que adoptaban. Hoy los investigadores proponen diversas hipótesis para explicar el significado de estas figuras: desde que se trata de chamanes en éxtasis bajo el influjo de hongos alucinógenos hasta la posibilidad de que fueran enanos que servían para distraer a la nobleza zapoteca. Últimamente se tiende a pensar que representan a prisioneros olmecas con cuerpos mutilados, desnudos y muertos después de ser sacrificados. Monte Albán se convirtió en la antigua capital de los zapotecas, cultura que sucedió a la olmeca y que se desarrolló entre los años 500 a.C. y 800. La leyenda dice que la ciudad, cuyos edificios están orientados al Norte, fue construida con la ayuda de unos “seres de las nubes”, los nosoobi, que han sido interpretados como sabios de la cultura olmeca.

masalladelaciencia nro.220
texto: Jesus Callejo


No hay comentarios:

Publicar un comentario