miércoles, 23 de febrero de 2011

El Awen - Espiritu de la inspiracion druida


En el corazón de la práctica druida se encuentra la búsqueda de la inspiración. Proporciona fuerza al cuerpo, valor al corazón, conocimiento, sabiduría y perspicacia a la mente y éxtasis al espíritu. En la tradición druida británica, el espíritu de la inspiración se llama Awen. Awen es un nombre femenino, traducido diversamente por musa, genio, inspiración, furor poético y frenesí poético. Está compuesto de dos palabras: aw, que significa fluido, y en, que significa espíritu. Así pues, literalmente Awen es el espíritu fluido.

El concepto de Awen es fascinante. Se puede encontrar en la poesía medieval de los bardos galeses; en la historia de Taliesin, un niño llamado Gwion Bach, Pequeño Inocente, bebe sin darse cuenta tres gotas de un brebaje de inspiración (por ejemplo, Awen) preparado por la diosa Ceridwen. Gracias a esas gotas mágicas se le conceden tres dones: la poesía, la profecía y el cambio de forma. Estos dones definen las tres áreas de la práctica druida; poesía para los bardos, profecía para los vates y cambio de forma para los druidas. Los bardos medievales británicos consideran a la diosa Ceridwen, cuyo nombre significa mujer retorcida o la retorcida de blanco, la patrona de su orden.
En Irlanda, el equivalente más cercano a Awen es Dana, que ha sido traducido como don, tesoro, ofrenda o don espiritual, arte, ciencia, llamada o el arte de la poesía. Esto es visto como un don de la diosa Brighid, descrita en un manuscrito del siglo IX como una poetisa y una diosa adorada por los poetas por la generosa protección que les concede.
Al igual que Shakti de la tradición hindú, Awen es el poder activo de la creación; es una energía que adopta muchas formas, manifestándose en particular a través de una diosa que es su origen y su agente.
Desde los primeros periodos medievales, los bardos irlandeses se han referido a la inspiración como a un fuego en la cabeza. Otros, como el galés Taliesin, la ven en forma líquida, y aún otros la ven como un suspiro o un alimento, las bases de la vida. Siempre es vista como una sustancia tangible que podemos tomar si lo intentamos

SENTIR EL AWEN

Para empezar a entender el flujo de Awen, necesitamos primero conocer el sentido de su presencia. Una manera de hacer esto es ser perfectamente consciente de las sensaciones físicas y psíquicas que los productos de la inspiración de los demás producen en nosotros. El poeta Robert Graves dijo que la auténtica poesía hacía que se le erizara el vello de la nuca.
Sumérjase en la forma de arte que le produzca más inspiración: un cuadro, un concierto de cámara, un concierto de David Bowie, un bosque, la cima de una colina o un lugar sagrado, una pieza de música favorita, un poema, un pasaje de una novela o una película. Mientras se ocupa de esta experiencia, intente descubrir sus reacciones personales físicas y psíquicas al espíritu de la inspiración. Sea consciente de cómo se sentía antes y después de la experiencia. Si se siente eufórico, abierto, libre, conectado, agradablemente intoxicado o elevado, subiendo hacia el éxtasis y más allá, entonces hay posibilidades de que haya entrado en un auténtico encuentro con Awen. Si, por contra, se siente deprimido, desanimado, aburrido o confuso, quizá debería pensar en cambiar de gustos.
En el druidismo, hay muchos medios para intentar traer a Awen, la inspiración, a nuestras vidas. Las artes son una buena manera, y el mundo natural, otra. Una vez más, nuestras reacciones son personales. Ver, oír y oler el mar motiva a algunos, mientras que otros encuentran su más profunda inspiración en las tranquilas profundidades de un bosque o en una colina en medio de una tormenta. También los árboles pueden inspirar: la oscura y antigua sabiduría del tejo, la grandiosidad épica de los altos pinos, la fuerza y la estabilidad del roble, la fluida flexibilidad del sauce y la espinosa belleza del espino o el endrino.


SALMODIAR A AWEN

En ritos comunes y en prácticas personales solemos invocar a Awen simplemente salmodiando la palabra. En ritos en grupo, lo hacemos para que nazca la inspiración en los participantes y el círculo. En la práctica personal, el Awen puede ser salmodiado cuando se tiene una necesidad particular de inspiración, tanto para un proyecto creativo como para encontrar la respuesta a un problema. Normalmente, la salmodia debe hacerse en el entorno de un círculo sagrado.
Tradicionalmente, el Awen es salmodiado tres veces o un número de veces múltiplo de tres. A veces, se inicia una salmodia hasta que termina de forma natural. En grupos no es necesario que todo el mundo cante al unísono; de hecho, la calidad del sonido es mayor y está mejor tejida si las diferentes voces empiezan en momentos diferentes. La entonación suele ser baja, produciendo una vibración distinta en el vientre. Al elevar el tono, la vibración sube hasta la barbilla o la cabeza. La experimentación le indicará que le va mejor a usted bajo estas circunstancias. Cada sílaba se extiende tanto como la respiración lo permite.


EN BUSCA DE AWEN

Trace su círculo. Quizá desee encender una vela en su altar o quemar un poco de incienso. Experimente hasta encontrar el ambiente propicio.
Instálese ante el altar. Siéntese cómodamente en con la espalda recta y la cabeza bien equilibrada. Ahora, concéntrese en la intención del ritual: aumentar el conocimiento de sí mismo y de sus fuentes de inspiración.
Inspire profunda y lentamente un par de veces y expire también lentamente. Cuando vaya a tomar aliento por tercera vez, inicie la salmodia a Awen, repitiendo tres veces las palabras. El canto debe sonar así: Aaaaaaaaaaa-ooooooooooooo-eeeeeeeeeeeeeee-nnnnnnnn-nnnnnnn.
Según va diciendo la salmodia, tome conciencia de los efectos físicos, psíquicos y espirituales del proceso. Cuando haya finalizado con la salmodia, siéntese tranquilo un instante, permitiendo que la resonancia del sonido penetre en usted e invada el espacio que le rodea.
Cuando esté listo, levántese y abra una puerta en su círculo. Puede hacerlo poniendo las palmas de sus manos juntas, deslizándolas hasta el borde de su círculo y entonces, separándolas, como si estuviera abriendo dos partes de unas cortinas. Otro modo de hacerlo es dibujar una entrada en el aire. Traspásela y cierre la puerta.
Ahora, salga al mundo y busque algún objeto pequeño y transportable que le inspire. No busque demasiado conscientemente ni por mucho rato. Actúe con su vientre, no con su cabeza. Ábrase, libérese de las ideas preconcebidas. Vaya donde le lleve el instinto y encuentre lo que el instinto le indique.



Cuando haya encontrado algo, llévelo con usted; abra el círculo antes de entrar en él, ciérrelo detrás de usted y sitúese de nuevo ante el altar.
Tenga el objeto en sus manos y concéntrese en él, permitiendo a su mente rondar arriba y abajo por todas las avenidas del pensamiento que este abra. Si se descubre vagando por vanos pensamientos, utilice la presencia del objeto para concentrarse de nuevo. Examine sus aspectos: su textura, su forma, su color, su olor y su tacto. ¿Qué pensamientos, sensaciones, sentimientos e impresiones le evocan estas cosas? Después de seguir todas las cadenas de asociación tan lejos como pueda, regrese al objeto. De este modo extenderá su conocimiento del objeto, de usted mismo y de sus reacciones hacia él, de sus fuentes de inspiración y, si permite que su meditación le lleve lo suficientemente lejos, de la estructura y el significado del universo.

Cuando el objeto de su meditación le lleve tan lejos como pueda, será el momento de dar gracias por lo que ha aprendido y cerrar el círculo. En este momento debería saber si su objeto es algo por lo que debe hacer espacio en el altar o no. Si lo es, ponga una ofrenda en el lugar donde lo tomo y ofrézcala, dando gracias, al espíritu del lugar. Las ofrendas deberían ser tales que no dejaran rastro al cabo de unos días: comida que cualquier animal pueda comer, bebida que pueda ser absorbida por la tierra, flores que se descompongan, nutrientes para el suelo.
Si decide no conservar el objeto, devuélvalo al lugar donde lo tomo y restitúyalo. Puede dejar alguna ofrenda al espíritu del lugar, o puede dar el objeto en sí mismo, y el tiempo y el esfuerzo que ha costado devolverlo como ofrenda.

enfemenino.com



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